El Papa pronuncia el tradicional discurso a los embajadores acreditados ante la Santa Sede

Terrorismo, fundamentalismo, refugiados, paz

El Papa pronuncia el tradicional discurso a los embajadores acreditados ante la Santa Sede

En su discurso anual al cuerpo diplomático, el Papa Francisco ha afirmado ayer lunes que «el terrorismo fundamentalista es fruto de una grave miseria espiritual, vinculada también a menudo a una considerable pobreza social».

(Abc) El terrorismo de matriz falsamente religiosa «ha segado la vida de numerosas víctimas en todo el mundo». Y, según el Papa, lo ha hecho mediante «gestos viles, que usan a los niños para asesinar, como en Nigeria; toman como objetivo a quien reza, como en la Catedral copta de El Cairo, a quien viaja o trabaja, como en Bruselas, a quien pasea por las calles de la ciudad, como en Niza o en Berlín, o sencillamente celebra la llegada del año nuevo, como en Estambul».

El encuentro anual con el grupo de embajadores más numeroso del mundo después del de Washington, marca el inicio de un «curso» diplomático en el que Francisco propone estudiar más a fondo las causas de las guerras y promover «la paz activa».

Por eso ha recordado que «la autoridad política no sólo debe garantizar la seguridad de sus propios ciudadanos, sino que también está llamada a ser verdadera promotora y constructora de paz. La paz es una ‘virtud activa’, que requiere el compromiso y la cooperación de cada persona y de todo el cuerpo social en su conjunto».

Para recuperar la paz tanto en los escenarios de combates como en los de ataques terroristas contra civiles es necesario «que se hagan esfuerzos para erradicar el despreciable tráfico de armas y la continua carrera para producir y distribuir armas cada vez más sofisticadas».

Francisco ha manifestado su preocupación por los pruebas de misiles y armas nucleares realizadas por Corea del Norte, «que desestabilizan a la región y plantean a la comunidad internacional inquietantes interrogantes acerca del riesgo de una nueva carrera de armamentos nucleares».

Abordando el crónico foco de tensión en Oriente Medio, el Papa ha realizado «un urgente llamamiento para que se reanude el diálogo entre israelíes y palestinos, para alcanzar una solución estable y duradera que garantice la convivencia pacífica de dos Estados dentro de fronteras reconocidas internacionalmente»

Y ha insistido en que «ningún conflicto ha de convertirse en un hábito del que parece que nadie se puede librar. Israelíes y palestinos necesitan la paz. Todo el Oriente Medio necesita con urgencia la paz».

Francisco ha elogiado el proceso de reconciliación en Colombia, y ha pedido «gestos valientes, que son muy urgentes también en la vecina Venezuela, donde las consecuencias de la crisis política, social y económica, están pesando desde hace tiempo sobre la población civil».

Agradecimiento a los países que acogen refugiados

El Papa ha dedicado considerable atención al drama de los refugiados, subrayando su agradecimiento «a todos los países que acogen generosamente a los necesitados, comenzando por algunas naciones europeas, especialmente Italia, Alemania, Grecia y Suecia». Y ha rendido homenaje explícito a la hospitalidad de Líbano, Jordania y Turquía.

Recordando la magnitud del drama, Francisco ha pedido «un compromiso común en favor de los inmigrantes, los refugiados y los desplazados, que haga posible el darles una acogida digna», asegurándoles «una integración en los tejidos sociales en que se insertan, sin que éstos sientan amenazada su seguridad, su identidad cultural y sus propios equilibrios políticos y sociales».

Para lograrlo, «los mismos inmigrantes no deben olvidar que tienen el deber de respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países que los acogen».

Si cada país tiene que examinar de modo realista su capacidad de acogida e integración para no provocar desequilibrios internos, debe evitar «reducir la actual crisis dramática a un simple recuento numérico. Los inmigrantes son personas con nombres, historias y familias».

El Santo Padre ha concluido su largo y elaborado discurso invitando a Europa a redescubrir su propia identidad, consciente de que el proceso de unificación «sigue siendo una oportunidad única para la estabilidad, la paz y la solidaridad entre los pueblos». Y de que los valores en que se funda «son comunes a todo el Continente y se extienden más allá de la misma Unión Europea».

 

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