(Fides) Entre los cinco condenados a muerte, uno es un religioso musulmán. El juez también ha ordenado una multa de 200.000 rupias para cada uno de los condenados y ha impuesto una condena de dos años de prisión a otros ocho acusados involucrados.
La pareja, que trabajaba como obreros en una fábrica de ladrillos, fueron secuestrados, torturados y luego asesinados quemándolos vivos en el horno de cocción de la arcilla. El linchamiento tuvo una resonancia internacional y enormes reacciones de indignación en Pakistán y en el extranjero. El matrimonio dejó a tres niños que ahora viven con su abuelo materno.
La católica Michelle Chaudhry, presidente de la «Cecil Chaudhry & Iris Foundation», organización que ahora se ocupa de la protección legal y la educación de los tres hijos huérfanos de la pareja, explica a Fides:
«Se ha hecho justicia. A pesar de que como católicos no compartimos la pena de muerte, creemos que es importante que un tribunal se haya pronunciado de forma rápida, en sólo dos años, castigando a los culpables. Es un signo de madurez del sistema judicial de Pakistán que respeta los derechos y peticiones de justicia para todos, incluidas las minorías religiosas, que a menudo sufren la violencia que queda sin castigo. El gobierno de Pakistán debe garantizar la seguridad de todos los ciudadanos de Pakistán, independientemente de su fe, tal como está consagrado en la Constitución».
Chaudhry concluye:
«Shama y Shahzad son dos personas inocentes que murieron a causa del odio y la intolerancia. En ese horno se quemó la humanidad, las enseñanzas del Islam y el Pakistán democrático de Ali Jinnah».
La pareja fue asesinada por una multitud de más de 600 musulmanes instigados por los líderes religiosos de la región, a pesar de que continuaban a defender su propia inocencia. Unos 40 sospechosos, entre ellos el dueño del horno, fueron detenidos al día siguiente del asesinato. Según la información de la Agencia Fides, esta acción legal rápido ha sido bien recibida en el ámbito de las minorías religiosas, puesto que la ley sobre la blasfemia en Pakistán es explotada con frecuencia en disputas privadas