(Agencia Fides/InfoCatólica) El ministro de Energía de Filipinas, Alfonso Cusi, ha confirmado la disposición del Presidente Rodrigo Duterte de reactivar la Planta Nuclear de Bataan, construida pero que nunca comenzó a funcionar. El Ministro ha garantizando que «se observan las máximas medidas de seguridad».
Por su parte, monseñor Ruperto Santos, obispo de Balanga, región donde se encuentra la central ha dicho que «si este anuncio es la última palabra del Presidente, estamos tristes y decepcionados», pues «la Iglesia y la sociedad civil se oponen a cualquier intento de rehabilitar la central nuclear. Este proyecto es peligroso para la salud pública y traerá muerte y destrucción. Hay que recordar que está construida en una zona donde hay un volcán activo».
La Iglesia pide al gobierno que «tenga en cuenta la vida y el futuro de nuestra gente y el medio ambiente, en lugar de los ahorros y ganancias materiales».
La central nuclear de Batán fue construida entre 1958 y 1986 y nunca activada, pero Filipinas siempre la ha cuidado y mantenido y en los últimos años se ha desempolvado el proyecto para encender el reactor. El proyecto tuvo un costo de casi tres mil millones de dólares y fue construido por la empresa estadounidense Westinghouse en el momento de la dictadura de Ferdinando Marcos. En 2004, la presidenta Gloria Macapagal-Arroyo, hizo públicos los proyectos de conversión de la central en una planta de gas, pero nunca fue llevado a cabo. Desde 2009, el Parlamento de Filipinas ha tenido en cuenta la apertura de la planta. Benigno Aquino, ex presidente de la nación, al que Duterte ha sucedido, había dicho que Filipinas no abandonaría la opción de la energía nuclear.
Filipinas debe cubrir las necesidades energéticas nacionales que ha día de hoy, según el Ministerio de Energía, son cubiertas en su 67% por gas natural, combustibles fósiles o fuentes alternativas. En el pasado, el gobierno de Filipinas inició un programa de incentivos para la producción de electricidad a partir de fuentes renovables. El programa estaba destinado a triplicar la producción de energía de fuentes «limpias» (geotérmica, eólica, solar, biomasa, hidráulica, energía marina), llegando en 2030 a una cuota del 50% de la electricidad total producida internamente.