(Analitica/InfoCatólica) El cardenal explicó que ya se iniciaron las conversaciones preliminares entre la Iglesia y ambos bandos, con miras a superar la aguda crisis que vive el país.
«Es un camino largo, tortuoso, difícil, pero no se puede tirar la toalla», dijo el también arzobispo de la archidiócesis de Mérida, en la sede de la Conferencia Episcopal en Caracas.
En septiembre el Vaticano aceptó acompañar el diálogo entre el Gobierno socialista y la oposición. Sin embargo, aún no se ha iniciado formalmente el acercamiento.
El principal condicionante es la realización, este año, de un referéndum revocatorio contra Maduro, que la oposición exige por considerarlo el principal responsable de la grave situación que atraviesa el país: inflación de tres dígitos, escasez de alimentos y medicinas, además de una recesión económica.
Pero Maduro, quien sostiene que la coyuntura es producto del sabotaje de sus críticos, ha dicho que este año no se llevará a cabo el plebiscito, por lo que, de perder en el 2017, aseguraría la permanencia del chavismo en el poder hasta el 2019.
Facilitadores, no mediadores
«Nosotros no somos mediadores, somos facilitadores. Son las partes las que tienen que proponer», dijo el purpurado.
«Lo que hay que solucionar son los problemas de la gente: el hambre, desabastecimiento, falta de medicinas, que es lo que la gente está viviendo a diario», puntualizó.
Además, sostuvo que uno de los principales escollos para avanzar en las negociaciones ha sido la poca autonomía y poder de decisión de los representantes de ambos bandos.
«Uno de los problemas principales para el diálogo es que cuando tenemos un interlocutor, lo único que hace es oír, todo tiene que consultar y nunca hay una respuesta», se lamentó. «Esa centralización del poder y las decisiones en uno solo, en una pequeña cúpula, hace que sea difícil y complicado».
El cardenal dijo que no podía ofrecer detalles de los temas tocados en las conversaciones para no boicotearlas.
El prelado también se mostró a favor del revocatorio y criticó el trato hacia las decenas de presos políticos que mantiene el Gobierno.
«Lo más preocupante es el trato, no sólo a los presos políticos, sino a los presos comunes», dijo en referencia a las condiciones de hacinamiento e insalubridad de las cárceles venezolanas. «Se parece más a la Torre de Londres en tiempos de Enrique VIII que a lo que debe ser una cárcel hoy en día».