(Asia News) El anuncio dado en las últimas horas por el Primer Ministro iraquí Haider al-Abadi, confirma el inicio de un ataque intenso y prolongado que, en los últimos días, devino una fuente de tensión con Turquía. En el terreno están presentes tropas Pershmerga kurdas, soldados del ejército iraquí y fuerzas aliadas; una formación variopinta, sostenida por la coalición internacional liderada por los estadounidenses, que combate desde hace tiempo en Irak.
Las Naciones Unidas ya han manifestado su «extrema preocupación» por la seguridad de cerca de 1,5 millones de personas que viven en el área.
Mosul, que es la segunda ciudad más importante del país y está localizada a aproximadamente 360 km al noroeste de Bagdad, es el centro más destacado controlado por los milicianos de Daesh [acrónimo árabe para Estado islámico, ndr] en el país.
Según expertos, el hecho de perder dicha zona implicaría una verdadera derrota para los yihadistas en Irak, que, no obstante, podrían replegarse hacia la vecina Siria –donde controlan Raqqa y otras zonas- y continuar así su guerra.
En un discurso transmitido por el canal de TV estatal en las primeras horas del día de hoy, el premier al-Abadi subrayó que «ha llegado la hora de la victoria» y que «la operación para liberar Mosul ha comenzado». Hoy, agregó el Primer Ministro, «declaro el inicio de las operaciones heroicas destinadas a liberarnos de Daesh».
«Inshallah –concluyó el jefe de gobierno– nos encontraremos en Mosul para celebrar la liberación y vuestro rescate del EI, de modo que se pueda volver a vivir unidos, como antes. Todas las religiones, unidas y juntas, podremos derrotar a Daesh, para reconstruir la amada ciudad de Mosul». Rodeado por el estado mayor del ejército, el líder del Ejecutivo subrayó –reclamando las polémicas surgidas días atrás, en particular con Ankara– que sólo las fuerzas del gobierno y la policía iraquí podrán ingresar a Mosul.
La metrópoli del norte es mayoritariamente sunita, y en los últimos años ha registrado diversos episodios de violencia confesional, incluso contra los cristianos, que han llorado la muerte de un obispo, de sacerdotes y fieles.