(ACI Prensa) El pasado julio se aprobó en la Comunidad de Madrid la Ley de Identidad y Expresión de Género e igualdad Social y No Discriminación, también conocida como Ley contra la LGTBfobia o ley Cifuentes.
Esta ley obliga, entre otros aspectos, a las escuelas públicas y concertadas a impartir la ideologíade género. En el caso de los centros concertados, que son de titularidad privada pero reciben ciertas ayudas o subvenciones estatales, la mayoría siguen un ideario católico pero sin las subvenciones del Estado no podría sobrevivir.
Comentando la ley en declaraciones a ACI Prensa en Madrid, a donde llegó para presidir la inauguración del curso académico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso, el Cardenal dijo que «imponer, como parece que hace esta ley, la ideología de género en todas las escuelas significa no tolerar el pluralismo y la libertad de elección a todas las familias que quieren educar a sus hijos según su propias convicciones».
«Si esto es así, el Estado infringe su función que no es otra que la de ayudar a las familias a que eduquen según sus convicciones, porque las familias son los únicos titulares de los derechos de la educación de los hijos», asegura el Cardenal Versaldi.
Por eso explica que «las familias que envían a sus hijos a escuelas católicas, lo hacen porque quieren que sus hijos sean educados de esa manera, y no según la ideología de género. El Estado no tiene derecho a imponer otra elección distinta a estas familias y a los centros católicos».
Estado totalitario
En esa reivindicación de la libertad, también para las escuelas católicas, el Prefecto para la Educación Católica subraya la importancia del «diálogo en el respeto del pluralismo, puesto que la imposición de una ética por parte del Estado ético no funciona y se convierte en la imposición de una ideología, como se hacía en los Estados totalitarios».
«Si las familias católicas –precisa el Cardenal– quieren que sus hijos estudien en escuelas católicas, el Estado no puede evitarlo actuando de modo totalitario. En España no está este régimen, pero se arriesga a imponer a las escuelas católicas lo que estas no pueden dar en conciencia».
Para el Cardenal, «se trata de un respeto institucional y de un problema político porque si se le quita los conciertos a las escuelas se les dificulta la supervivencia y al final, eso daña a las familias».
El Cardenal Versaldi también explicó a ACI Prensa que este problema se debe afrontar desde «el contexto de una sociedad plural, que respeta también la libertad de conciencia y la libertad religiosa».
Clase de religión
En relación a la reducción de las horas de Religión en los programas educativos en España, el Cardenal señala que «esta clase ayuda a conocer en un contexto histórico. Reducir el tiempo de la clase de Religión católica en Europa significa también reducir el conocimiento de la propia historia».
Por eso anima a formar y cualificar cada vez más y mejor a los profesores de esta materia e «insertarlos con la misma dignidad en el ordenamiento escolar para que sean válidos acompañadores de los jóvenes también en su dimensión religiosa, que es un aspecto muy importante, no solo de la vida privada sino también de la historia pública y general de nuestras naciones».
«El profesor de Religión tiene que ser profesionalmente válido, estar convencido, ser coherente y constituir, en la cadena educativa, un elemento cualificado para ayudar a los jóvenes a entender cómo se han formado nuestros países y cómo viven, para conocer el pasado sean más libres y más capaces de elegir el futuro», resaltó.