(Zenit) Hablando en español, el Papa indicó que «después de 25 años, la Jornada Mundial de la Juventud vuelve a ese país, con un signo de esperanza para los nuevos desafíos del mundo: la fraternidad». Por eso, ha explicado que «venidos de 180 países, los jóvenes han hecho ondear juntas todas sus banderas, incluso las de naciones en conflicto, en una fiesta de color, un mosaico de fraternidad». Han compartido –ha precisado– la alegría de estar juntos, para derramarla por todas partes con las obras de misericordia. «Gracias a todos los jóvenes que han venido y a todos los que se han unido a nosotros», ha señalado Francisco.
Por otro lado, el Santo Padre ha afirmado que en Polonia, la Virgen de Czestochowa, «nos revela el sentido espiritual del camino de este pueblo, tan ligado al sufrimiento y a la cruz». Nos hace ver –ha indicado– que Europa no tiene futuro sin sus valores fundamentales, vinculados a la visión cristiana del hombre. Entre ellos la misericordia.
Finalmente, el Papa ha aseverado que la JMJ «es un llamado al mundo, que se ha hecho elocuente en el silencio de Auschwitz».Y ha precisado que en la oración, las almas de los que allí sufrieron, de los que allí dieron testimonio de la misericordia de Dios, le han hecho «comprender el valor de recuerdo, como advertencia para que el odio y la violencia no triunfen».
A continuación el Santo Padre ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. ¡Saben hacer barullo!, ha exclamado al escucharles gritar con entusiasmo cuando les ha saludado. «Agradecemos al Señor y a la Virgen María este don de gracia, también a todos lo que lo han hecho posible, al presidente de Polonia, a las autoridades, al cardenal arzobispo de Cracovia y al episcopado polaco», ha añadido Francisco. «Que Dios los bendiga».