(Actuall) Se ha presentado a Robert Dear, el asesino de Colorado Springs, como activista pro-vida y a Planned Parenthood como una víctima del fanatismo. Ni lo uno ni lo otro. Además, tenía fama entre sus vecinos de perturbado y conflictivo.
No era, por lo tanto, ni un activista a favor de la vida ni tampoco un rescatador de los que acuden a los centros abortistas a evitar que las madres se deshagan de sus hijos. Y aunque su acción es un crimen execrable, que merece caiga sobre él todo el peso de la ley, no se puede presentar a los centros de Planned Parenthood como si fueran víctimas expuestas al terrorismo yihadista.
Pérdida de legitimidad moral
Si ha habido grupos o personas que para oponerse al aborto han atentado contra las clínicas abortista o han agredido a médicos y enfermeras, han perdido automáticamente legitimidad moral para protestar por las muertes en el seno materno. No se puede recurrir a la violencia para luchar contra la violencia.
Pero, dicho esto, no son comparables las acciones –escasas y aisladas- de grupos anti-abortistas con el exterminio de fetos en el seno materno realizado de forma sistemática durante décadas, y con fines lucrativos, por Planned Parenthood.
Son una verdadera atrocidad los 187 incendios, las 47 bombas y los 17 intentos de asesinato contra empleados de Planned Parenthood en los últimos años. Millones de bebés han sido abortados en clínicas de Planned Parenthood
Y es lamentable y carece toda justificación que fuera asesinado un médico que trabajaba para la multinacional en 2009, o que el perturbado Robert Dear haya matado a otras tres personas en Colorado Springs.
Pero es preciso recordar que Planned Parenthood ha matado a más de siete millones de niños en el seno materno, sólo en EEUU, 327.653 de los cuales en 2014. Y no sólo eso sino que se dedica profesionalmente a esa actividad, por la que obtiene pingües beneficios. Al menos un billón de dólares anuales gana Planned Parenthood -sólo en Estados Unidos-asesinando seres humanos y traficando luego con restos de órganos.
Y alguna de sus directivas, como Cecile Richards, se embolsa cada año 590.000 dólares, como ella misma ha reconocido.