Ya sabemos donde llevan las ideologías que, negando a Dios, niegan también al hermano

El obispo de Vic reprocha que la política parezca ser «la única realidad»

El obispo de Vic (Barcelona), Monseñor Romà Casanova, lamenta que «en estos días» en que se discute sobre «soberanías» parece que la política «sea la única realidad» y aboga por recordar que «toda persona», más allá «de su lengua o su pensamiento político», es su «hermano».

(La Vanguardia) En su glosa semanal, publicada en la hoja parroquial de su diócesis, el obispo de Vic dice: «Los cristianos no podemos quedarnos impasibles ante estas discusiones (sobre la soberanía política), sabiendo, sin embargo, que estamos llamados a ser personas en comunión».

Bajo el título de «Mi reino no es de este mundo», el prelado vicense opina que «a todos, en estos momentos y siempre, se nos pide no olvidar el mensaje cristiano».

«La caridad, el perdón, la reconciliación, la paz, el respeto, la libertad, la verdad se tienen que vivir siempre», subraya monseñor Casanova, que pide «no olvidar nunca que toda persona, más allá de su raza, de su lengua, de su pensamiento político... es mi hermano». «Todo lo que me puede llevar a olvidar que el otro es uno de mis hermanos viene del maligno. Y ya sabemos -añade el prelado- por la experiencia de la historia, donde llevan las ideologías que, negando a Dios, niegan también al hermano, su dignidad, su libertad, su vida».

Monseñor Romà Casanova apunta que la realeza de Jesús «nunca se impone, y al que, según el obispo, «todo poder y soberanía de este mundo le han de rendir cuentas».

El obispo de Vic concluye que la verdadera «libertad plena» es «la que nos hace capaces de amar de verdad y no caer en los engaños de los egoísmos falseados de palabras fatuas».

Mi reino no es de este mundo (Jn 18,36)

En estos días, en los campos de la política -por cierto, que esta parece ser la única realidad- se discute sobre soberanías. Los cristianos no podemos estar impasibles ante estas discusiones, sabiendo, sin embargo, que estamos llamados a ser personas de comunión. A todos, en estos momentos y siempre, se nos pide no olvidar el mensaje cristiano. La caridad, el perdón, la reconciliación, la paz, el respeto, la libertad, la verdad han de vivir siempre. Aquellas palabras del libro del Génesis: ¿Dónde está tu hermano? (4,9), nos han de hacer presente la llamada del Señor a no olvidar nunca que toda persona, más allá de su raza, de su lengua, de su pensamiento político... es un mi hermano. Todo lo que me puede llevar a olvidar que el otro es un hermano viene del maligno. Y ya sabemos, por la experiencia de la historia, donde llevan las ideologías que, negando a Dios, niegan también al hermano, su dignidad, su libertad, su vida.

Jesús, en la fiesta de Cristo Rey de todo el Universo, nos invita a mirar su realeza que nunca se impone. Él no tiene una realeza de este mundo, su realeza es la del testimonio de la verdad. Y ya sabemos cuál es esta verdad: él es el rostro humano del amor misericordioso de Dios, muerto y resucitado por amor a nosotros. Dios, que no ha sido indiferente a nuestra situación, nos ha provisto de un Redentor. Esta es su realeza, que nadie le podrá quitar nunca. El que reina desde la cruz. El que ha vencido la muerte y no morirá jamás. El que está a la derecha del Padre y de allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

La fuente de la libertad plena es la de la adoración, la del amor a Dios

Los cristianos hemos de confesar siempre la única realeza de Cristo sobre todo el mundo y, al mismo tiempo, por el bautismo somos llamados a hacer presente en medio del mundo la realeza de Cristo, muerto y resucitado. Todo poder y soberanía de este mundo debe dar cuentas al que es el único Rey y Señor del mundo, Jesucristo. Toda realidad de este mundo, para poder ver si de verdad ejerce el servicio a los hombres, se debe reflejar en la realeza de Cristo, que no ha venido a ser servido, sino a servir ya dar la vida. Por eso mismo, los cristianos sabemos que es en el corazón, la sede de nuestras decisiones más profundas, donde nos jugamos lo que realmente somos; éste pertenece solamente a Dios, a quien debemos amar sobre todas las cosas. La fuente de la libertad plena es la que nos hace capaces de amar de verdad y no caer en los engaños de los egoísmos falseados de palabras fatuas.

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2 comentarios

Anacoreta
Buen obispo, preocupado y atento con su clero.
22/11/15 7:15 PM
Pub
Parece ser que para 13 TV la política sí es, prácticamente, la única realidad. Incoherencia.
23/11/15 1:51 AM

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