(Familiaris Consortio.ive) Mensaje del matrimonio formado por Jadwiga Puliskowska y Jacek Pulikowski:
Santidad, Padres Sinodales, hermanos y hermanas, nosotros venimos del país de san Juan Pablo II y de santa Faustina Kowalska, donde se originó el mensaje de la Divina Misericordia.
Somos una familia feliz, bendecida por Dios con muchos dones. El Señor nos dio mucho tiempo para servir a otras familias. Esperamos nuestro primer hijo casi doce años. Y ahora tenemos tres hijos. Este largo período de espera nos enseñó que cada hijo es un don real de Dios. Después del nacimiento de nuestra primera hija, dejé mi trabajo académico y por más de diez años permanecí en mi casa con nuestros hijos como madre a tiempo pleno. Fue un tiempo hermoso. Ahora que nuestros hijos están grandes y van dejando el hogar tenemos más tiempo para reforzar nuestro lazo matrimonial y para ayudar a otros matrimonios.
Estamos convencidos de que el trabajo de colaboración por las familias, el compartir diariamente la oración y la Eucaristía frecuente salvaron nuestro matrimonio de toda clase de crisis. Sentimos que representamos a las familias normales, que creen en Dios y son parte de la Iglesia Católica. La responsabilidad de las familias, como la nuestra, es defender a aquellos que sufren y mueren en el nombre de Cristo y oponernos a las ideologías que tratan de destruir nuestros matrimonios, nuestras familias y nuestros hijos.
Por eso desearíamos que el Sínodo de los Obispos aprecie y anime las siguientes personas y valores:
- -los esposos que son fieles uno al otro y a Dios
- -los matrimonios con numerosos hijos
- -los maridos que son responsables
- -las madres que aman a sus hijos
- -las parejas casadas que no pueden concebir sus propios hijos pero rechazan métodos de fecundación contrarios a la ética
- -aquellos que han sido abandonados por sus cónyuges pero se mantienen fieles a los votos matrimoniales sacramentales y viven solos
- -los jóvenes que se preparan para el matrimonio y viven en castidad.
- -todos aquellos que no han formado sus propias familias pero viven solos y son fieles a la enseñanza de la Iglesia
Querríamos que la Iglesia aumente su atención hacia los matrimonios en crisis. También querríamos que nuestra amada Iglesia se incline sobre los pecadores con amor y les diga, como hizo Jesús: «vete en paz, y en adelante no peques más» (Jn 8,11). Creemos firmemente que el único camino verdadero para ayudar a los pecadores es ayudarlos a convertirse a Dios y que no vuelvan a pecar. El retorno a la vida de castidad y al vínculo sacramental con Dios los ayudará a recuperar la felicidad plena en su vida y… en el cielo. Amen.
Traducción: P. Miguel Ángel Fuentes, IVE