(Portaluz) Se trata de promover y facilitar el aborto para obtener los órganos de esos seres humanos abortados (en las más aberrantes formas) y traficar con ellos, comerciándolos entre entidades que se dicen ser de «investigación científica».
Cuando de sostener su negocio se trata, Planned Parenthood no tiene límite. Incluso engaña a mujeres haciéndoles abortar, sin que ellas lo supieren. Esta es la denuncia y testimonio que Debby Efurd ha hecho público desde el blog Bound4Life.
¿Su razón para hablar después de años en silencio? El constatar, dice Debby, que los grandes medios de comunicación no dan cobertura a la verdad de las mujeres que han abortado. «Millones que sufren en silencio -dice-, para quienes el aborto ha sido una experiencia traumática que ha cambiado sus vidas, desde su legalización en 1973. Yo estoy prestando mi voz en nombre de la comunidad del post-aborto, que para nadie cuenta… ¿Nuestro mensaje para Planned Parenthood?: ¡Nos has traicionado!».
Debby Efurd pone el acento sobre el engaño en los objetivos que dicen defender entidades como Planned Parenthood (P.P.).
Al ingresar en el sitio web de la organización, sobre la imagen de una serena, sonriente y joven mujer una sugerente frase te recibe: «Asistencia-Cuidados. No importa dónde. Haz una cita». Luego, en la sección «Quienes Somos» del mismo portal, se ufanan al proclamar:
«Somos un proveedor confiable de atención de la salud, un educador informado, un defensor apasionado y un socio internacional que ayuda a organizaciones similares de todo el mundo. Planned Parenthood facilita servicios vitales para atender la salud reproductiva, educación sexual e información a millones de mujeres, hombres y jóvenes en todo el mundo».
Debby les refuta señalando que las mujeres por años confiaron en ese discurso. «Pero fuimos gravemente engañadas. Cuando entré en su clínica en 1973, estaba sola, con 21 años, embarazada. Planned Parenthood no vio a una mujer necesitada de ayuda... ellos vieron el signo del dólar».
Debby estaba agobiada, tenía miedo, dudas sobre cómo podría hacer frente al embarazo. Ella necesitaba acompañamiento, información, cariño y todo aquello que su maternidad y el ser humano que llevaba en su vientre requiriesen. Pero la trataron como el recipiente que carga una mercancía. «No fui informada del procedimiento médico al que me someterían. Nunca recibí asesoría ni tampoco una llamada telefónica (post aborto) de seguimiento…».
Nada más entrar en el recinto dice Debby, lo primero que hubo de hacer fue pagar en efectivo por los servicios que le iban a otorgar. Luego, sin más trámite o «servicio» alguno, le llevaron a la sala de procedimientos. Sólo quien le practicó el aborto habló… «Buenas noticias, ya no tienes un bebé». Al terminar le mostraron la puerta de salida. «No lloré -recuerda Debby- y escondí mis emociones, el dolor, por mucho, muchísimo tiempo».
«Tengo esperanza en que una investigación certera al proveedor de abortos más grande del país, mostrará el alcance de este engaño; tal vez entonces las necesidades físicas, mentales y emocionales de las mujeres que están en sus momentos más vulnerables, finalmente serán lo primero a considerar», reflexiona esta mujer estadounidense. «Durante décadas -prosigue-, se les ha dicho a las mujeres que pueden abortar con pocas o ninguna consecuencia. Nada podría estar más lejos de la verdad…»
La mujer padece el síndrome post aborto, dolor psicológico, emocional, dolor físico incluso, angustias, depresión, enfermedades algunas de ellas, porque incluso el propio cuerpo -señala Debby-, de forma natural, se resiste al aborto. «No soy la única que lo sabe, hay millones como yo, mujeres que nos arrepentimos de haber abortado y que hemos sufrido en silencio. Durante demasiado tiempo, escondimos un secreto que nos destruía lentamente. Pero estamos haciendo oír nuestras voces con cada día que pasa.
En 1964 la publicidad de Planned Parenthood para adolescentes y jóvenes decía en sus panfletos: «El aborto mata la vida de un bebé después de que ha comenzado. Es peligroso para la vida y la salud».
Al respecto, Debby se pregunta si la decisión legal de la Corte Suprema en 1973, cambió en algo esa realidad. Categórica responde:
«¡Por supuesto que no! Lo que cambió es que el aborto se convirtió en rentable, y esta verdad se esconde detrás de una retórica que dice promover los derechos de la mujer».