(Cari Filii) Se trata de un cinturón realizado en pelo o lana de camello tejido, según la tradición, por la propia mano de la Virgen María. Según recoge la literatura apócrifa, concretamente la llamada Narración del Pseudo José de Arimatea, este objeto es una prueba de la Asunción de Nuestra Señora a los Cielos recogida por el apóstol Santo Tomás, quien se encontraba en la India.
«Después el bienaventurado Tomás se puso a contarles cómo se encontraba celebrando misa en la India», explica el autor: «Estaba aún revestido de los ornamentos sacerdotales cuando, ignorando la palabra de Dios, se vio transportado el monte Olivete y tuvo ocasión de ver el cuerpo santísimo de la bienaventurada Virgen María que subía al cielo; y rogó a ésta que le otorgara una bendición. Ella escuchó su plegaria y le arrojó el cinturón con que estaba ceñida. Entonces él mostró a todos el cinturón».
Como explica Luis Antequera, esta Narración forma parte, del género denominado «literatura asuncionista», junto con otros títulos como el Libro del Tránsito o Pseudo Melitón, el Libro de San Juan Evangelista o el Libro de Juan Arzobispo de Tesalónica.
El Cíngulo de Vatopedy se conservó en Jerusalén hasta el siglo IV, cuando aparecen indicios de hallarse en Zela (Capadocia). El emperador español Teodosio el Grande lo devolvió a Jerusalén, y luego su hijo Arcadio lo trasladó a Constantinopla. En 1185, con motivo de la derrota del emperador Isacio por el rey de los búlgaros Asán, la reliquia habría sido llevada a Bulgaria, de donde habría partido posteriormente a Serbia. Precisamente el príncipe serbio Lázaro I (1372-1389) habría hecho entrega de la misma al monasterio de Vatopedy para su custodia.
Otra tradición diferente sobre el Cíngulo de la Virgen lleva hasta la reliquia que se conserva en la catedral de San Esteban en Prato (Italia), donde se venera en una capilla propia. Precisamente gracias a esa reliquia fue conferida a la localidad la categoría de diócesis en 1653, junto con Pistoia, y su separación posterior en 1954, cuatro años después de la proclamación del dogma de la Asunción por el Papa Pío XII en la bula Munificentissimus Deus.
El Cíngulo de Prato tiene una longitud de 87 centímetros, está realizado en lana de cabra, frente al pelo de camello de la que está hecha el de Vatopedy, y es de color verdusco y brocado en hilo de oro.
La presencia de la reliquia en Prato se remonta a 1140, en los tiempos de la Primera Cruzada, cuando Michele del Prato, un italiano enrolado en los ejércitos cruzados, lo recibe en la dote de su mujer, María, una cristiana de Jerusalén hija de un sacerdote de rito oriental (probablemente caldeo y por lo tanto no sometido al voto de castidad). Según la tradición, la cristiana en cuestión, así como su padre sacerdote, pertenecían a la familia encargada de la custodia de la reliquia desde tiempo inmemorial.
De vuelta a Prato, en 1171 Michele habría hecho donación de la reliquia in articulo mortis al preboste catedralicio Ruberto della Pieve, momento a partir del cual, empezó a ser objeto de una acendrada veneración que se unió a los muchos milagros que se producían en torno a él, sobre todo en peticiones de fertilidad por parte de matrimonios que no podían tener hijos.
Actualmente se conserva custodiada bajo tres llaves, una de las cuales en posesión del obispo, y se procede a su ostensión cinco veces al año: Pascua, el primero de mayo (mes de la Virgen), la Asunción, Navidad y el 8 de septiembre (Natividad de María).