(Aica) Manuel Martín, vinculado al SSU de Mendoza, que funciona en la parroquia Nuestra Señora de Castelmonte, escribió tiempo atrás una misiva al Santo Padre en la que contaba los avances que se han realizado en estos años, tanto en el país como la nueva sede del SSU en Quito, Ecuador.
En su respuesta, Francisco invitó a todos los voluntarios que forman parte de este apostolado a aprovechar el próximo Jubileo de la Misericordia para intensificar la colaboración con los pastores en «la misión de acudir con afecto y asistir con ternura a los enfermos y moribundos».
«Como he exhortado en la bula Misericordiae vultus, que nuestras manos estrechen sus manos, acercándolos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad», manifestó el obispo de Roma.
«No podemos escapar a las palabras del Señor según las cuales seremos juzgados… si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero, sabiendo que en cada uno de estos pequeños está presente Cristo mismo», agregó el Papa en otro tramo de la carta.
Este servicio eclesial es una obra que lleva atención espiritual y sacramental a los enfermos, asistiéndolos en el domicilio particular o centro de salud donde se encuentran en el dolor de una enfermedad o ante la proximidad de la muerte, siempre en horario nocturno.
Los SSU realizan un servicio solidario con el visitado y con los otros sacerdotes, a fin de asegurarles el descanso durante la noche. En cuanto a su logística, los sacerdotes suelen esperar en vela, junto con un laico, los pedidos que llegan a través del teléfono. Ambos cumplen la función de «guardianes»