(Asia News/InfoCatólica) Carta abierta del clero católico de la dócesis de Wenzhou a todos los cristianos y ciudadanos chinos.
¡Gritemos! ¡Basta de permanecer en silencio!
El año pasado el gobierno de la provincia de Zhejiang lanzó la campaña «Tres ajustes y una demolición»; a lo largo del tiempo ha empeorado cada vez más, y ahora la naturaleza de esta campaña ha cambiado totalmente. En este momento, hay una clara intención de eliminar las cruces de cada una de las iglesias. En toda la nuestra dióceses no hemos sido serviles ni sumisos. Hemos sido propositivos, hemos orado de manera ardiente, hemos comunicado la situación de manera racional y hemos observado la situación con calma, esperando que las nubes negras pasaran.
Pero algunas personas no sólo no han desacelerado esto sino que se han vuelto más agresivas áun; como si pensaran enfrentar un enemigo mortal cuando tenían en su mira al símbolo del amor universal: la Cruz. Han omitido los deseos de las masas y han presentado las «Regulaciones de la provincia de Zhejiang para los edificios religiosos», que ni siquiera están de acuerdo con la jurisprudencia básica; se han burlado de la población y han buscado llevar adelante sin tregua su campaña para tirar abajo cada una de las cruces.
Y no sólo eso. Nuestras peticiones pacíficas así como las manifestaciones de apoyo llevadas adelante por nuestros parroquianos han sido tratadas como conductas ilegales. Realmente es verdad el antiguo proverbio chino «el funcionario [gubernamental] puede provocar incendios, pero la gente común no puede ni siquiera encender una lámpara». Pero «detén el agua de un arroyo y habrá una inundación; ponte a callar la voz del pueblo y habrá un desastre aún peor». ¿Es verdaderamente el caso que un gobierno que declara servir al pueblo lleve nuevamente a una nación hacia lo que Liang Qichao definía como «un gobierno que no se destaca en nada, más que en la represión de sus propios ciudadanos»?
Más buscan suprimir el reclamo de justicia, más demuestran la seriedad de la crisis social, la frágil confianza en su dominio y su incapacidad para manejar la cuestión. Si continúan eliminando las cruces como si se tratase de una enfermedad grave, entonces China - que luego del Gran salto adelante y la desastrosa Revolución cultural está camino a un desarrollo pacífico - será arrojada en una nueva calamidad.
En tanto individuos con derechos humanos otorgados por Dios, cada una de las personas tiene derecho a creer. Para salvaguardar la cruz y preservar nuestro derecho básico a la libertad de credo continuaremos vigilándonos y defendiéndonos los unos a los otros, montando una resistencia nacional y razonable.
Como ciudadanos de China anhelamos una democracia más profunda y más inclusiva, y un estado de derecho. Aquellos dirigentes que obligan a sus subordinados a participar [en las demoliciones], emanando órdenes que imponen a los demás que deben destruir; aquellos que violan la Constitución; aquellos que voluntariamente infringen la dignidad de la ley, violan procedimientos administrativos, usan el propio poder para confundir el derecho, minando sin más el estado de derecho... Todas estas personas están siendo denunciadas de manera decisiva y es necesario resistirlas. Deben ser llevadas ante la justicia.
Como hijos e hijas de la Iglesia, todos nosotros anhelamos una situación de paz y estabilidad a largo plazo. De ningún modo podemos retroceder allí donde «la gente ordinaria sufre ya sea en tiempo de prosperidad o de crisis»; no permitamos que nadie vaya contra el desarrollo armonioso.
Todos los cristianos de China llevan dentro de sí un sentido de misión, rindiendo honor al Señor y haciendo el bien frente al prójimo. Al mismo tiempo, hemos deseado por tanto tiempo una situación cultural, religiosa y social que fuese tolerante, en la cual adaptar la religión cristiana a la cultura china. Las autoridades de la provincia de Zhejiang demolieron las cruces como venganza. ¿Es éste vuestro modo de entender la «chinacización de la religión» anunciada ya hace algún tiempo por Xi Jinping?
En un momento en el cual cual «el viento está soplando a través de la torre y anuncia una tempestad en aumento en la montaña», tomaremos sobre nosotros aún más la gran responsabilidad de rejuvenecer al pueblo chino, y creeremos siempre más firmemente que nosotros somos también la espina dorsal y la bendición de la nación china. Mirando las cruces caer una tras otra, hemos gritado de rabia y hemos enjugado lágrimas de dolor. Pero usaremos con sabiduría cada método disponible para volver a erigir las cruces. Donde es removida una cruz, serán construidas un millón de cruces: en el corazón de cada hombre, a lo largo de las avenidas y en los callejones, y en la casa de cada familia.
La Iglesia, en el curso de su historia, ha crecido y ha prosperado bajo la persecución o el favor del soberano. Nosotros suplicamos ardientemente la misericordia del Señor, que nos conceda el coraje de morir por aquello que es justo, por la paz de la nación, por el verdadero crecimiento de la nación china, listos para hacer cualquier sacrificio que nos sea pedido.
Como está escrito en la Biblia (Amos 5, 24): « ¡Que el derecho corra como el agua, y la justicia sea como un torrente inagotable!». Por la libertad de la religión, por la dignidad de la ley, para el continuo desarrollo de China, para el bienestar a largo plazo del pueblo chino, todos los creyentes a lo largo de toda China, aquellos decenas de millones [de personas] plenas del sentido de justicia – ¡Basta de permanecer en silencio! ¡Gritemos!
El cuerpo entero del clero cristiano de la diócesis de Wenzhou