(Diario de Yucatán) El médico Bogdan Chazan, un destacado profesor de ginecología en Polonia, alegó entonces la cláusula de conciencia y argumentó que, como católico practicante, reprueba el aborto.
En su momento, el Ministerio polaco de Salud consideró que Chazan había vulnerado la norma de la práctica médica porque, al rechazar realizar el aborto, tendría que haber facilitado a la paciente un médico o centro alternativo donde poder interrumpir su embarazo. El entonces primer ministro, el liberal Donald Tusk, afirmó que «ningún médico debería estar por encima de la Ley».
Hoy el facultativo ha asegurado a la prensa que exigirá a las autoridades que le restituyan en su puesto de director del hospital. «Sufrí una pena muy dura (el despido) y considero que no fue ni razonable ni justa», dijo Chazan, quien añadió que la decisión del comité disciplinario le hace recuperar la «fe en la justicia».
Tras la polémica desatada por Chazan, más de 3,000 médicos y enfermeras polacos firmaron una declaración en la que defendían su derecho a negar tratamientos contrarios a sus creencias religiosas.
El movimiento católico ha tomado fuerza en Polonia con opiniones como la de la doctora Wanda Póltawska, amiga del fallecido Juan Pablo II, para quien «la medicina actual representa el mal». «Aborto, inseminación artificial y, finalmente, rechazar a Dios como el creador mediante la práctica de la fecundación in vitro representan una amenaza para la vida eterna de todas las personas que cometen estos actos», afirma Wanda Póltawska, adalid de quienes esgrimen su derecho a no practicar tratamientos contra sus convicciones.