(InfoCatólica) El cardenal aseguró que «Armenia es uno de los mejores ejemplos de países y naciones cuya identidad está profundamente unida a su fe. Su identidad como nación armenia y su identidad como pueblo cristiano están históricamente unidas e íntimamente ligadas. Los miembros de la comunidad armenia son conscientes de que, entre la fe cristiana y su propia nacionalidad, hay un vínculo muy profundo e indisoluble. Esa unidad profunda entre la fe y la identidad nacional nos permite comprender mejor la masacre perpetrada en 1915 y en los años siguientes».
El prelado se preguntó: «¿Fue simplemente de una purificación étnica o, a través de esos elementos observables, analizables y analizados, se intentaba llevar a cabo algo mucho más profundo, un acto de agresión contra la fe cristiana?» Y respondió: «No se trataba meramente de hacer desaparecer una etnia, sino de exterminar a los creyentes, y a los creyentes de una fe muy concreta».
Permanecieron fieles a la fe
«El martirio sufrido por los armenios en el genocidio de 1915 tuvo un efecto inmediato, visible y medible: el exterminio de un millón y medio de personas. Desde el punto de vista de la historia humana, eso sólo puede constatarse como una especie de catástrofe inexplicable e imposible de compensar», aseveró el arzobispo de París.
«¿Qué sucede si se considera con los ojos de la fe?», planteó, para luego afirmar que «esta prueba extraordinaria a la que se vio sometido el pueblo armenio tiene también otro significado. Un significado de testimonio, porque prefirieron mantenerse fieles a su fe en lugar de rechazarla o renegar de ella. Un significado de propagación, porque desde entonces un número importante de armenios se dispersó por Europa y el mundo, donde han sido los portadores y los testigos de una cultura original y específica y de una fe indisociable de esa cultura».
Caza indiscriminada a los cristianos en Oriente Medio
El cardenal aseguró que la historia puede volver a repetirse: «Los sucesos recientes que marcan la historia de los países de Oriente Medio y la caza a los cristianos desencadenada por el Estado Islámico para extirpar el cristianismo de esa región del mundo nos animan a pensar con mucho fervor sobre aquellos que precedieron a las víctimas de hoy».
Y concluyó: «Hermanos y hermanas, la fe nos invita a recordar ese sacrificio y, al mismo tiempo, a dar gracias a Dios, porque, a través de la ofrenda que nuestros hermanos hicieron de su vida, se ha producido una fecundidad misteriosa en la historia del mundo».