(Observatorio Bioética) Por otra parte, este mismo proyecto de ley se aprobó recientemente en Irlanda también, con la oposición de la Iglesia de ese país.
Así titula el periódico «Herald» del 21/09/2014 la noticia: «La Iglesia Católica de Escocia se opone al proyecto de ley que derogaría la ley actual que regula la donación de órganos». Continúa el periódico: «El proyecto de reforma denominando, The Organ and Tissue Donation (Scotland) Bill, propone cambios radicales a la ley de trasplantes y está siendo objeto de una consulta pública previa a su presentación al Parlamento».
En respuesta a dicha consulta el «Catholic Parlamentary Oficce», órgano de la Conferencia Episcopal Católica de Escocia, ha hecho una declaración que deja clara su oposición con respecto a este proyecto, al manifestar, «que el mismo quebranta el importante principio del consentimiento informado vigente en nuestra legislación. Dicha legislación establece como condición para la donación de órganos que haya habido un consentimiento previo del donante o de sus familiares, lo que hace posible la donación de órganos, basada en un acto de desinteresado y voluntario del donante».«La Iglesia, continúa diciendo la declaración, es una entusiasta partidaria de la donación de órganos, basada en una libre y consentida donación, pero entiende que ésta no es posible si el donante o sus allegados no han dado un consentimiento explícito. La ley propone que los adultos que no quieren que sus órganos sean donados deberán manifestar por escrito, lo que no está estipulado para los niños que serán obligatoriamente donantes».
«Esta ley es discriminatoria, reiteran los Obispos, porque exige que la persona que no está dispuesta a donar sus órganos se vea obligada a manifestarlo previamente, entendiendo que es un derecho de la persona el no manifestar sus disposiciones particulares».
«Creemos que la Iglesia escocesa defiende la donación libre y voluntaria de la donación de órganos por parte del donante, lo que requiere el consentimiento informado previo suyo o de sus familiares, como ocurre en la mayoría de los países occidentales».