(Efe) García cree que detrás de las críticas a la asignatura de religión está una concepción «profundamente laicista» de la organización del Estado y se muestra convencido de que, si no estuviéramos en periodo preelectoral, «la batalla» no hubiera sido tan intensa.
«Lo que está de fondo es el intento de impedir la libre expresión de los sujetos sociales y eso es muy grave», apunta y añade que estas posiciones recuerdan a etapas «dictatoriales» en las que sólo se permitía la expresión pública de una posición, que determinaban los que ostentaban el poder.
Se está aporreando a la Iglesia
Denuncia la «grave situación» que vive la Iglesia católica «a la que se está aporreando» y a la que se pretende «impedir» que pueda dar testimonio público y educar libremente dentro de la fe a aquellos que quieran acogerse a esa experiencia y concepción de vida.
Hay «una gran intransigencia respecto a la dimensión religiosa del hombre», resume el responsable de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis que considera que detrás de estas críticas están aquellos que quieren «imponer» una teoría como la única válida para todos los ciudadanos.
«Esto yo lo llamo intransigencia. No son capaces de reconocer que puede haber otras explicaciones tan legítimas como la suya y todas tienen que conversar y dialogar en el ámbito publico», reclama.
Lo que está en juego es la libertad de las personas
García cree que lo que está en peligro no es la presencia de la Iglesia en las escuelas o la clase de religión, sino la libertad de las personas.
En este sentido, denuncia que no todos los colegios estatales respetan la obligatoriedad de ofertar la asignatura de religión a los alumnos -como establecen los acuerdos entre el Estado y la Santa Sede- y lamenta que nadie les reclame el cumplimiento de la ley vigente.
Ve «lamentable» que no se respete el derecho a la libre elección por parte de los padres a la educación de sus hijos en la fe católica y explica el ligero descenso del número de alumnos que eligen esta asignatura como optativa en el «ambiente hostil» y la «presión de algunos directores» de colegios estatales que «impiden a los padres elegir la hora de religión o sencillamente no la ofertan».
«Ni el Estado español ni los partidos tienen derecho a asumirse la educación de los hijos. Éste es un derecho de los padres y lo que tiene que hacer el Estado es posibilitar esa educación garantizando en los colegios la presencia de profesores que expliquen la religión que elijan los padres o los chicos, sea la islámica, la judía, la protestante y la católica», afirma.
«La religiosidad es una dimensión de la persona que no puede ser censurada si se quiere ofrecer una educación integral», asevera.
Marginación de quienes no pueden pagar una educación concertada
Incide en la necesidad de que el Estado garantice este derecho en los centros estatales para evitar así la «marginación» que sufren aquellas familias que no pueden costearse una educación concertada.
Insiste en que no ha habido ningún cambio en el contenido de la asignatura de religión católica y que los únicos cambios se deben a la reducción de las horas de clase -que ha pasado de dos horas semanales a 45 minutos en comunidades como Andalucía, Canarias, Ceuta, Melilla, Galicia- y a la adaptación a los parámetros que exige la Lomce.
«Es religión y moral católica y, que yo sepa, desde el anterior currículum a ahora, la religión y la moral católica no ha cambiado», subraya.
En cuanto a los rezos en clase, García explica que se trata de enseñar a los alumnos a expresar un agradecimiento al «Ser misterioso y bueno, origen de todo» que «busca nuestro bien» y que «nos ha dado el mundo como un regalo». «Se trata de que el niño pueda, con sus propias palabras, expresar un agradecimiento».
«En las clases que nosotros teníamos de literatura nos hacían aprender de memoria poesías ¿Acaso por aprender poesía y repetirla uno ya era poeta? Me parece que no, que hay una distancia enorme», concluye.