(America Magazine/RD) Reproducimos por su interés algunas de las preguntas de la entrevista al cardenal Marx:
Dos temas del Sínodo son los divorciados católicos vueltos a casar y los católicos gay, especialmente los que mantienen relaciones. ¿Tiene usted oportunidad de escuchar directamente a estos católicos en su actual ministerio?
He sido sacerdote por 35 años. Este problema no es nuevo. Tengo la impresión que tenemos mucho que hacer en el campo teológico, no solamente en relación a la cuestión del divorcio, sino también en cuanto a la teología del matrimonio. Me sorprendo cuando algunos dicen sobre este asunto, «todo está claro». Las cosas no están claras. No es una cuestión acerca de cómo la doctrina de la Iglesia está siendo determinada por los tiempos actuales. Es una cuestión de aggiornamento, de decir todo esto de manera que la gente pueda entenderlo, y de adaptar siempre nuestra doctrina al Evangelio, a la teología, en sentido de encontrar nuevos caminos para entender lo que Jesús dijo, el significado de la tradición de la Iglesia, la teología y así con las otras cosas.Hay mucho que hacer.
He hablado con muchos expertos -canonistas y teólogos- quienes reconocen muchas cuestiones relacionadas con la sacramentalidad y validez de los matrimonios. Una interrogante es: ¿Qué podemos hacer cuando una persona se casa, se divorcia y luego encuentra un nuevo compañero/a? Hay diversas posiciones. Algunos obispos en el Sínodo dijeron: «Están viviendo en pecado». Pero otros dijeron: «No podemos estar diciendo cada día que alguien está en pecado. Esto no es posible». Como ve, hay cuestiones acerca de las cuales debemos conversar. Abrimos una discusión sobre estos temas en la Conferencia de los Obispos alemanes. Ahora el texto está publicado. Pienso que es un muy buen texto y una buena contribución para la discusión en el Sínodo.
Es muy importante que en el Sínodo no se tenga el espíritu del «todo o nada». No es un buen camino. El Sínodo no puede tener ganadores y perdedores. Este no es el espíritu del Sínodo. El espíritu del Sínodo está en encontrar un camino juntos, no decir, «¿Cómo puedo encontrar un camino para imponer mi postura, mi pensamiento?» Más bien: «¿Cómo puedo entender la otra postura, y cómo podemos encontrar juntos una nueva postura?» Este es el espíritu del Sínodo.
Por lo tanto, es importante señalar que estamos trabajando sobre estos temas. Espero que el Papa inspirará este Sínodo. El Sínodo no puede decidir. Solo es un concilio o un papa puede decidir. Estas cuestiones deben ser entendidas en un contexto más amplio. La tarea es ayudar a la gente a vivir. No se trata, de acuerdo con Evangelii Gaudium, acerca de cómo podemos defender la verdad. Se trata de ayudar a la gente a encontrar la verdad. Esto es lo importante.
La Eucaristía y la reconciliación son necesarias para la gente. Decimos a algunas personas, «Tú no te reconciliarás hasta tu muerte». Esto es imposible de creer cuando ves las situaciones. Puedo poner ejemplos. En el espíritu de Evangelii Gaudium debemos ver cómo la Eucaristía es medicina para la gente, para ayudar a la gente. Debemos encontrar caminos para que la gente pueda recibir la Eucaristía. ¡No se trata de encontrar caminos para mantenerlos afuera! Debemos encontrar caminos para acogerlos. Debemos utilizar nuestra creatividad para preguntarnos, «¿Podemos hacer algo?». Quizás no es posible en algunas situaciones. Esa no es la cuestión. El objetivo es cómo podemos acoger a las personas.
En el Sínodo usted se refirió «al caso de dos homosexuales que han estado viviendo juntos por 35 años y cuidándose uno al otro, incluso en las últimas fases de sus vidas», y usted preguntó: «¿Cómo podemos decir que eso no tiene valor?» ¿Qué ha aprendido usted de estas relaciones y tienen alguna relación con la ética sexual actual?
Al hablar de ética sexual, quizás no tenemos que comenzar con el hecho de dormir juntos, sino con el amor, la fidelidad y la búsqueda de una relación que dure toda la vida.Yo estoy asombrado de como la mayoría de nuestros jóvenes, incluidos los católicos homosexuales activos, buscan una relación que dure para siempre. La doctrina de la Iglesia no es extraña para esta gente. Es verdad. Debemos comenzar desde los puntos centrales de la doctrina para ver el sueño: el sueño es que una persona diga, o un hombre y una mujer digan, «Usted y usted, para siempre.», «Usted y usted, para siempre». Y que nosotros como Iglesia digamos: «Sí, eso está Ok. ¡Su visión es la correcta!». Entonces, así encontramos un camino. Entonces, después quizás se da un fracaso. Ellos encuentran a la persona, y quizás no es un gran éxito. Pero la fidelidad de por vida está bien y es buena.
La Iglesia dice que una relación gay no está al mismo nivel que una relación entre un hombre y una mujer. Eso es claro. Pero cuando ellos son fieles, cuando están comprometidos con los pobres, cuando están trabajando, no es posible decir: «Todo lo que tú haces, porque tú eres homosexual, es negativo». Eso no debe ser dicho, y yo no he escuchado ninguna crítica al respecto. No es posible mirar a una persona solo desde un punto de vista, sin mirar la situación completa de la persona. Eso es muy importante en ética sexual.
Lo mismo pasa con las personas que están juntas pero se casan más tarde, o cuando son fieles el uno al otro pero están unidos sólo por el matrimonio civil. No es posible que digamos que esa relación fue totalmente negativa si es que en la pareja son fieles el uno al otro, y están esperando, o planificando su vida, y después de diez años encuentran el camino hacia el sacramento. Cuando es posible, tenemos que ayudar a la pareja a encontrar plenitud en el sacramento del matrimonio. Nosotros discutimos de estas cosas en el Sínodo, y muchos padres sinodales compartían esta opinión. Yo no estaba solo en este tema.
El mes pasado el obispo Johan Bonny de Amberes, Bélgica, dijo que la Iglesia debía reconocer una «diversidad de formas» y podría bendecir a algunas relaciones homosexuales basadas en los valores del amor, fidelidad y compromiso. ¿Es importante para la Iglesia discutir estas posibilidades?
Yo dije en el Sínodo que Pablo VI tuvo una gran visión en «Humanae Vitae». La relación entre un hombre y una mujer es muy importante. Las relaciones sexuales en una relación fiel están fundadas en la conexión entre la procreación, el darse amor, la sexualidad y la apertura a la vida. Pablo VI creía que esa conexión podía ser destruida. Él estaba en lo correcto; basta mirar todas las cuestiones abiertas por la medicina reproductiva. No podemos excluir este gran modelo de sexualidad, y decir, «tenemos diversidad» o «todos tienen el derecho a...». El gran significado de la sexualidad es la relación entre un hombre y una mujer y la apertura a dar vida. Yo también he mencionado previamente que la cuestión de acompañar personas, para ver que están haciendo las personas con su vida y sus situaciones personales.
Entrevista entera en America Magazine (inglés)
Entrevista en Religión Digital (español)