(Zenit/Infocatólica) El Papa ha explicado en la homilía que a través del camino de la obediencia y la sabiduría «nos evitamos vivir nuestra consagración de una manera ligera y descarnada, como si fuera una gnosis, que se reduciría a una ‘caricatura’ de la vida religiosa, en la que se implementa una sucesión sin renuncia, una oración sin encuentro, una vida fraterna sin comunión, una obediencia sin confianza, una caridad sin trascendencia.
El Santo Padre con paramentos blancos ha presidido la celebración eucarística junto a los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica, ceremonia que inició con la bendición de las velas y la procesión. Además, han concelebrado sacerdotes pertenecientes a órdenes, congregaciones e institutos religiosos.
El papa Francisco ha invitado a imaginar a María que camina con el Niño Jesús en brazos, lo lleva al templo, lo introduce en el pueblo, le lleva a encontrar a su pueblo. Los brazos –ha asegurado el Papa– son como la «escalera» sobre la que el Hijo de Dios desciende hacia nosotros, la escalera de la condescendencia de Dios.
De este modo, el Santo Padre ha explicado el doble camino de Jesús: Él ha descendido, se ha hecho como nosotros, para subir al Padre junto con nosotros, haciéndose como Él. Y este movimiento podemos contemplarlo «en el corazón, imaginando la escena evangélica de María que entra en el templo con el Niño en brazos. La Virgen camina, pero es el Hijo quien camina antes que ella».
Obediencia
«Quien sigue a Jesús se pone en el camino de la obediencia, imitando la condescendencia del Señor, abajándose y haciendo propia la voluntad del Padre, también hasta la destrucción y la humillación de sí mismo», ha asegurado el Papa. Para un religioso –ha indicado– progresar es abajarse en el servicio.
Por otro lado, el Papa ha explicado que este camino toma forma en la regla, marcada por el carisma del fundador. «La regla insustituible, para todo, es siempre el Evangelio, este abajarse de Cristo, pero el Espíritu Santo, en su creatividad infinita, lo expresa también en distintas reglas de vida consagrada, pero todas nacen de la sequela Christi, de este camino de abajarse sirviendo».
A continuación, el Pontífice ha recordado que la alegría del religioso es consecuencia de este camino de abajarse con Jesús. Por eso, cuando un religioso está triste debería preguntarse cómo está viendo esta dimensión kenótica, ha propuesto el Papa.
En el pasaje de la Presentación de Jesús, la sabiduría está representada por dos ancianos: Simeón y Ana. «El Señor les ha dado la sabiduría a través de un largo camino en la vía de la obediencia a su ley, obediencia que, por una parte, humilla y destruye, pero, por otra parte, cuida y garantiza la esperanza, y ahora son creativos porque están llenos del Espíritu Santo.
Como en el caso de María, ha explicado el Santo Padre, también el anciano lleva al niño, pero, en realidad, es el niño que conduce al anciano. Al respecto el Papa ha observado que es curioso que aquí no son los jóvenes los creativos: «Los jóvenes, como María y José, siguen la ley del Señor, el camino de la obediencia. Y «el Señor transforma la obediencia en sabiduría, con la acción de su Santo Espíritu», ha añadido. Francisco ha recordado que la obediencia y la docilidad no son una cosa teórica.
Asimismo, ha asegurado que «a través del camino perseverante en la obediencia, madura la sabiduría personal y comunitaria, y así se hace posible también adaptar las reglas a los tiempos: la verdadera ‘actualización’, de hecho, es obra de la sabiduría, forjada en la docilidad y la obediencia».
Finalmente, el Santo Padre ha afirmado que al igual que María y Simeón «queremos tomar en brazos a Jesus para que se encuentre con su pueblo». Asimismo ha invitado: «Guiamos Jesús pero nos dejamos guiar. Esto es lo que debemos ser: guías guiados».