(ACIPrensa/InfoCatólica) La Misa comenzó con el rito de canonización, en el que el Obispo de Kandy (Sri Lanka), Mons. Joseph Vianney Fernando, pidió al Santo Padre que se proceda a la canonización del misionero del Oratorio de San Felipe Neri.
Acto seguido, el Arzobispo de Goa y Damao (India), Mons. Felipe Neri Antonio Sebastián del Rosario, presentó una breve biografía del hasta entonces beato. Así, tras las letanías de los santos, el Papa Francisco proclamó santo al P. José Vaz.
Durante la Misa, la Primera Lectura, el Salmo Responsorial, el canto previo al Evangelio, el Evangelio mismo y las peticiones fueron leídos en cingalés, el idioma oficial de Sri Lanka junto al tamil.
Respondió al mandato de Cristo
En su homilía, el Papa Francisco destacó el celo apostólico del nuevo santo, quien como muchos misioneros, «respondió al mandato del Señor resucitado de hacer discípulos de todas las naciones», con sus palabras y más «con el ejemplo de su vida».
En la segunda mitad del siglo XVII, el sacerdote oriundo de Goa, entró vestido de siervo a Ceilán para llevar consuelo a la comunidad católica que se había desperdigado tras la persecución de los calvinistas holandeses. Aquel apóstol discreto, paciente en el sufrimiento y apoyado únicamente en la fuerza del Evangelio (que tradujo tanto al tamil como al cingalés), favoreció el florecimiento de la Iglesia.
En San José Vaz vemos un signo espléndido de la bondad y el amor de Dios para con el pueblo de Sri Lanka», así como un estímulo para perseverar, crecer en santidad y testimoniar el Evangelio. Francisco recordó que en aquel tiempo los católicos eran perseguidos y esto llevó al sacerdote a vestir como mendigo y ejercer sus funciones de manera secreta. «Sus desvelos dieron fuerza espiritual y moral a la atribulada población católica».
Asimismo, destacó su servicio a los enfermos, sobre todo durante una epidemia de viruela en Kandy, «fue tan apreciada por el rey que se le permitió una mayor libertad de actuación» y llegar a otras partes de la isla. «Se desgastó en el trabajo misionero y murió, extenuado, a la edad de cincuenta y nueve años, venerado por su santidad».
En su homilía, el Papa afirmó que el nuevo santo es modelo para los cristianos por muchas razones, pero quiso centrarse en tres razones principales. La primera, indicó, es que fue un sacerdote ejemplar. «Los animo a encontrar en San José Vaz una guía segura. Él nos enseña a salir a las periferias, para que Jesucristo sea conocido y amado en todas partes», expresó a los sacerdotes y religiosos que trabajan en Asia.