(Fides/InfoCatólica) «Es uno de los datos adquiridos del Islam» se puede leer en la declaración, «que alguien puede definirse infiel sólo cuando niega la shahada» (la definición de fe con la que se proclama que no hay más Dios que Allah, y Mahoma es su profeta, ed).
Sin embargo los primeros que tratan de infieles, ateos y apóstatas a otros musulmanes, son precisamente los grupos y facciones del mundo yihadista, como la milicia del Estado Islámico (IS). Por eso estos grupos se convierten en artífices de una manipulación del islam que en el mundo árabe se llama «takfirismo»: una desviación sectaria que considera incrédula a toda la sociedad musulmana, y define como herejes a todos los musulmanes que no comparten su punto de vista, legitimando incluso el exterminio de lso mismos.
No caer en su mismo error
Precisamente para no caer en el error practicado por el «takfirismo», lo argumentan así los teólogos de al-Azhar, es necesario abstenerse de definir infieles o apóstatas a los milicianos yihadistas, incluso cuando siembran el terror en la población en nombre de su ideología islamista y citan los versos del Corán.
A principios de diciembre, la Universidad de Al Azhar había organizado una gran conferencia internacional sobre el extremismo y el terrorismo. La declaración final de la Conferencia se leyó como una señal importante de condena del terrorismo y el extremismo de tendencia islámica, expresada por la institución teológica de mayor autoridad del Islam sunita. «Todos los religiosos que participaron en la conferencia contra el terrorismo - enfatiza el comunicado publicado por la Universidad - son muy conscientes de que no se pueden emitir sentencias de apostasía contra un creyente, independientemente de sus pecados».
Anba Antonios Aziz Mina, Obispo copto católico de Guiza, no ve ninguna contradicción entre la condena del terrorismo expresada por Al Azhar y el abstenerse de marcar como ateos e infieles a los grupos yihadistas. «Aquellos que cometen actos de terrorismo - refiere Anba Antonios a la Agencia Fides - son terroristas y deben ser condenados como terroristas, también cuando dicen que actúan en nombre de Dios y del Corán. Marcarlos como ateos o infieles podría convertirse en una estratagema para ocultar el verdadero problema. Es decir la perpetuación del fanatismo dentro de corrientes que basan su violencia en una interpretación distorsionada del Islam. Volviendo a actualizar una 'teología de la sangre' que pertenece a tiempos pasados de la civilización islámica».