(Agencias/InfoCatólica) El Santo Padre habló del hecho de «llenar y de cerrar la comunicación. Se llena cuando se tiende a saturar nuestra percepción con un exceso de esloganes que, en vez de trasmitir un pensamiento, lo anulan. Se cierra cuando en vez de llevar a cabo un largo camino de comprensión, se prefiere aquel breve de presentar a personas individuales como si fueran en grado de resolver todos los problemas».
Además invita a abrir la comunicación y no cerrarla porque así será más «fecunda» en cuanto transportada por la «acción del Espíritu Santo, que es capaz de construir unidad y armonía».
Velocidad y poca reflexión
El Papa también cuestiona cómo se hace la información hoy en día, y asegura que el error más evidente es la velocidad y poca reflexión en la comunicación porque se corre «enseguida a una solución, sin concederse la fatiga de representar la complejidad de la vida real».
Pecados a evitar
El último punto en el que incide el Papa en su discurso a los comunicadores es el hecho de «hablar a toda la persona humana». En este sentido, se refiere a los pecados por evitar en los medios de comunicación: la desinformación, la calumnia y la difamación.
La desinformación es «decir la mitad de las cosas» y esto hace que se tenga «un juicio» parcial de la realidad. «Una comunicación auténtica no se preocupa de 'llamar la atención' ». Habla de este término como el más grave de los «pecados», porque te lleva a confundirse, al error, a creer solamente una parte de la verdad.
El Papa agradeció a los presentes por su trabajo, y por su honestidad, y les confió a la protección de la Virgen y de San Gabriel, «el gran comunicador».
Alarmismo catastrófico y falta de sensibilidad
Pidió a los periodistas evitar estos errores en su trabajo, entre los que también incluyó el «alarmismo catastrófico» y la «falta de sensibilidad», dos tendencias que «continuamente vemos» en la prensa y que «no ofrecen un buen servicio a las personas».
El pontífice explicó que la desinformación, que dijo consiste en contar solo la mitad de las cosas, «lleva a no poder hacer un juicio preciso de la realidad».
Asimismo, sostuvo que «una comunicación auténtica no se preocupa de culpar» sino de «abrir y no cerrar» y de «estar dispuesta no solamente a dar, sino también a recibir».
«Hablad a las personas íntegras: a sus mentes y a sus corazones», instó el Santo Padre, quien pidió comunicar a través de una «cultura del encuentro» que estimó «necesaria en un contexto siempre plural».
Dirigiéndose a los profesionales cuya empresa pertenece a la Conferencia Episcopal Italiana, expresó ser consciente de la fase de «replanteamiento y reorganización» que sufre su profesión que, aseguró, está «al servicio de la Iglesia».