(Aica/InfoCatólica) Mons. Buenanueva recordó que el Papa consideró un escándalo que, a la entrada de una misa, existan «listas de precios» por un bautismo, un matrimonio, una bendición o una intención particular para la misa.
Es ofrenda
El obispo recordó que pedir una suma de dinero a cambio de un sacramento o cualquier bien espiritual es un pecado que se llama simonía, y sostuvo que lo que los fieles ofrecen es en realidad una ofrenda.
Como obispo diocesano, Mons. Buenanueva explicó que, de tanto en tanto, le toca fijar un monto tope para matrimonios, celebraciones y otros servicios, y observó que, en ocasión de ciertas celebraciones, se indica explícitamente que se trata de una ofrenda, que debe ser libre y voluntaria.
«La Iglesia nos manda que jamás neguemos un sacramento a un fiel que no puede o, eventualmente, no quiere hacer una ofrenda de dinero. Hay que evitar toda apariencia de negocio o comercio», dijo el obispo, reseñando el Código de Derecho Canónico.
Siempre, en toda ocasión, se trata de una ofrenda del fiel a Dios. Es incluso más importante, observó el obispo, que se comprenda este sentido antes que insistir con la cobertura de los gastos por el uso de las instalaciones.
No se debe separar celebración y ofrenda
Mons. Buenanueva también propuso debatir si se deben separar los sacramentos de las ofrendas de dinero: «Algunos opinan que sí, que hay que superar esa práctica, y se dice que se debería concientizar más a los fieles acerca del deber de sostener la obra evangelizadora de la Iglesia. Esto último es cierto, pero yo no estoy tan convencido que se separe tan netamente celebración y ofrenda».
«Pienso en la celebración de la Eucaristía –agregó el obispo-. Una larga tradición que viene de la Iglesia primitiva y el Nuevo Testamento nos enseña a vincular ambas cosas: sacramento y ofrenda. Se trata de un único acto de culto, al que nos unimos también con nuestra ofrenda material. ¿No es ese el sentido de las colectas de las misas? Estas son una de las maneras más directas y concretas con que los fieles sostenemos a nuestra Iglesia y ayudamos a los pobres».
«Además de favorecer que los fieles contribuyan al sostenimiento de la obra evangelizadora con aportes habituales y organizados, el aporte en forma de ofrenda con ocasión de una celebración litúrgica es una forma privilegiada de destacar el sentido espiritual del aporte. Claro, eso nos obliga a ser extremadamente delicados y escrupulosos con las ofrendas de los fieles. Nos obliga a cumplir lo que la misma Iglesia manda en sus leyes. Ni más ni menos», concluyó el obispo.