(Crux/InfoCatólica) Entrevista de John L. Allen al cardenal Francis George
Mucha gente está tratando de definir su legado. ¿Cómo lo encuadraría?
Siempre he dicho que la única cosa que he querido que la gente recuerde acerca de mí es que he intentado ser un buen obispo. Pienso que he sido un buen obispo, de muchas maneras y tengo cierto orgullo en al menos haber intentado hacerlo lo mejor. Esto es todo.
Respecto al tema litúrgico, sabía qué tenía que hacerse y que era alguien a observar para ver si lo que es más importante en la transmisión de nuestras tradiciones, nuestra manera de orar y nuestra liturgia, iba a ser más fielmente presentada al pueblo. Esto significó mucho para mí, porque el culto a Dios es la cosa más importante que hacemos.
En los cambios en la Conferencia Episcopal, estaba implicado en la decisión de convertirnos en un grupo dirigido a la misión. Hasta cierto punto, la Conferencia había sido guiada por los comités y su agenda. Ahora los obispos han tomado posesión de esto porque es nuestro propósito (que funcionen las cosas). Reestructuramos la Conferencia de modo que fuese nuestro instrumento, más que una entidad separada, a veces, en tensión con los mismos obispos. Esto es extraordinariamente importante, pero había muchos otros involucrados por lo que no puedo copar todo el crédito.
Su mandato como presidente de la Conferencia Episcopal Estadounidense coincidió con el primer mandato de Obama y la lucha contra la imposición de la contracepción y algunos observadores le han puesto en la categoría de «guerrero cultural». ¿Eso le molesta?
No me veo como un guerrero. Hubo tiempos en los que los obispos iban a la guerra, pero estos tiempos pasaron. Lo que tenemos que hacer es predicar la Verdad, a tiempo y a destiempo, y hacerlo de tal manera que haya alguna oportunidad de ser escuchados, más que golpear a la gente en la cabeza con una idea, incluso si la idea es verdad. Se supone que tenemos que predicar la Verdad y creo que tenemos que hacerlo.
Si tú lideras a la gente de tal manera que piensen que de algún modo estás jugando con la verdad, has traicionado tu vocación. Si hablar claramente significa que tienes un arma en tu mano, que estás en guerra, supongo que sí, pero no lo veo de esa manera. Lo que veo son obispos activamente envueltos y comprometidos en la cultura, pero no es una guerra. Es un asunto de transformación, de conversión. Todos tenemos que cambiar y la cultura también tiene que cambiar. Siempre. ¿Significa que estamos en guerra? No, significa que estás haciendo lo que un obispo se supone que tiene que hacer y que siempre tendrá.
Desde mi perspectiva, me he visto por mucho tiempo envuelto en la cultura. Esto no es una guerra. Sé que es menos dramático de decir y a la gente le gusta tener espectáculo, pero llamarlo «guerra» deforma lo que he hecho. Realmente denigra mi motivación y lo rechazo. No estoy tratando de golpear a nadie, estoy tratando de proclamar la verdad del Evangelio, a lo que estoy obligado. Quizás hay veces que podría haberlo hecho más habilidosamente, o de una manera que parezca menos agresiva. Por supuesto, hay gente que piensa que es agresivo decir «estoy en desacuerdo contigo». No puedo hacer nada con eso.
En algunos comentarios periodísticos, la transición de usted a Cupich, ha sido vista como un cambio de rumbo.
Lo sé...
Popularmente, usted es visto como más conservador y él como más liberal. ¿Hay algo erróneo en verlo de esa manera?
Primero de todo, no he visto que sea un cambio de rumbo. Cupich no lo ha presentado así. Por supuesto habrá cosas que serán cambiadas y debe ser así. Es la ventaja de tener un nuevo arzobispo. Él lo verá diferente y traerá un tono diferente. Realmente pasará. ¿Es un cambio de rumbo? A menos que haya algo fundamentalmente erróneo, no. Cuando hablas acerca de un rumbo en el que la Iglesia esté comprometida con la cultura, que tiene a la Iglesia comprometida su propia enseñanza e historia, no creo que tenga que ser corregido. De hecho no debe.
¿Usted ve a Cupich en continuidad con lo que ha tratado de lograr?
Lo espero, porque lo que he tratado de lograr es lo que cada obispo tiene que hacer. Habrá diferencias, pero es la ventaja de un cambio. No sé si pensaré que todos esos cambios serán buenos o malos, pero no es mi responsabilidad.
¿No siente como que ese nombramiento es un repudio de su legado?
¡No había pensado eso hasta que lo leí en alguna parte! Alguna gente ha escrito eso, pero deberían pensarlo mejor. No sé a qué juego están jugando.
Primero de todo, ellos me convierten en algo que no soy... Por ejemplo, como si nunca que hubiera interesado en la justicia social. Ayudé a los trabajadores de granjas mexicanos a formar un sindicato en Yakima hace años. Siempre he estado involucrado. He buscado la justicia y la paz para mi congregación. He estado involucrado con los refugiados, he trabajado en inmigración y también en proveer casas para los pobres porque reconozco la conexión entre la dignidad humana y una casa decente. Observa Catholic Charities... Es grande aquí y he promovido muchos proyectos con la ayuda del padre Boland, que es un director muy capaz. Decir que de alguna manera no estoy interesado en los pobres lo rechazo. Lo rechazo profundamente. El propósito único de mi congregación es predicar el Evangelio a los pobres.
Si no puedo vivir como un pobre, como hice un tiempo, es porque estoy tratando con gente que da dinero para ayudar a los pobres. Cuando vine por primera vez a Chicago, estaba en los comedores de beneficencia. Nadie lo notó. No podía continuar eso y hacer todas las demás cosas que quería hacer. Tomaba tiempo cada semana para visitar una familia pobre. Boland me dirigía, «ven aquí o allá». No pude mantener esto y en menos de un año cambié la agenda. Lo lamento a veces, pero se puede hacer sólo tanto cuan largo el día es. Rechazo totalmente que se diga que no estoy interesado en los pobres ni en la justicia social.
¿No se ve como conservador?
El asunto liberal-conservador, creo, es destructivo para la misión y la vida de la Iglesia. Lo he dicho públicamente muchas veces. Está tomando una definición que viene de ninguna parte. En lo que a nosotros concierne, es una distinción moderna y se la está haciendo para juzgar la vida de la Iglesia. Es porque somos vagos. Pones una etiqueta en la gente, pones una etiqueta en algo y te ahorras el problema de pensar.
Encuentro que no somos autocríticos, en cuanto que pueblo, de nuestro propio pensamiento. Somos críticos de la autoridad porque estamos entrenados para serlo. Éste es el asunto liberal-conservador... los conservadores aprueban la autoridad y los liberales no. Pero para ambos, todo tiene que ver con la autoridad. ¿Y qué tiene que ver con la Verdad? Para nosotros, la categoría que importa es verdadero-falso. Lamento la total deformación liberal-consevadora del carácter de nuestras vidas. Si te limitas a eso, como la prensa hace porque no puede hablar de la fe en sus propios términos, entonces, de una manera u otra has traicionado tu vocación como obispo o sacerdote.
¿Cómo aplicaría esto a su papel en la reforma sanitaria y con el mandato contraceptivo?
Estábamos a favor del proyecto cuando fue anunciado, porque hemos estado defendiendo un sistema sanitario universal en América desde 1917, más o menos. Es como la alimentación universal, el vestido y todo lo demás. El problema fue que insistimos en que cuando las leyes fueron aprobadas, deberían respetar la objeciones de conciencia, incluidas las institucionales, las cuales han sido parte de la legislación federal durante décadas, especialmente la enmienda «Hyde». No es suficiente decir, como el presidente Obama hizo, que tenemos la enmienda «Hyde» y por lo tanto no podemos usar dinero federal para financiar abortos. Ésta será una nueva fuente de financiación y tendrá que ser aprobada de nuevo, si vamos a hacer operativa la enmienda «Hyde».
Apoyamos el objetivo pero criticamos los medios, y de hecho todo lo que dijeron los obispos se ha cumplido. Dijimos que los intercambios serían usados como vehículos para conseguir dinero federal para la financiación directa del aborto y los usaron de esa manera. El mismo gobierno federal lo está diciendo ahora. Recorra la líneas...Cada crítica que hicimos ha venido a ser cierta.
El hecho es que estaban tratando de apaciguar a las compañías seguros, lo que sabemos que hicieron para conseguir aprobar todo. Lo que te queda es la invención «Rube Goldberg» que es la ley de cuidado asumible económicamente. Fue una legislación que tuvo que ser enmendada en cuanto salía. Fue un acto irresponsable votar por ello. Los legisladores traicionaron su propia vocación, porque no actuaron para el bien común. Fue simplemente una decisión política. Tenía ciertas cualidades y espero que permanezcan, pero tenía tantas faltas en algunos puntos que tendrán que volver a pensarlo. No sabemos quién está cubierto para qué, así que se tiene toda una nueva industria para ayudar a la gente a desentrañar el lío de compañías de seguros que ha creado el presidente Obama.
No es solamente mala legislación, sino que también tiene faltas morales. No es nuestro trabajo redactar buena legislación, eso es una responsabilidad política, pero es un nuestro trabajo señalar la faltas morales de la legislación. Todo lo que queríamos era el compromiso que ya se había tomado con la enmienda «Hyde». Fue un compromiso, pero en Evangelium Vitae de Juan Pablo II, dice que en la medida en que el compromiso vaya en la dirección correcta, la legislación es correcta. Pero estaba yendo en la dirección errónea. Lo dijimos y pienso que era correcto.
Una razón por la que la gente puede verse tentada a verle como un «guerrero cultural» es su famoso dicho de 2010 por el que esperaba morir en la cama, mientras su sucesor moriría en prisión y su sucesor moriría mártir. Se vio como una visión dura de cómo están las cosas. ¿Podría clarificarlo de una vez por todas?
Primero de todo, no sabía que había prensa cuando lo dije. Estaba hablando a un par de sacerdotes preocupados por la secularización de nuestra cultura. Les estaba diciendo que debían ver a largo plazo y confiar en la providencia de Dios. Estaba diciendo que incluso en el peor escenario posible, estaremos bien. Fue un juego mental en sentido kantiano... Imaginemos lo peor que pudiera pasar. En vez de lavarnos la manos, imaginemos el escenario peor y figurémonos nuestro papel en él. Lo que nunca se informó es que el último obispo que mencioné, el cuarto, iba a empezar a reconstruir una cultura destrozada, como siempre ha hecho al Iglesia. La Iglesia da forma a la cultura.
¿No fue una predicción?
Por supuesto que no lo fue. ¿Cómo se podría predecir algo así? Deme un respiro. Hay que ser un poco tonto para hacer una predicción así sobre lo que va a pasar inmediatamente. ¿Cómo iba a saberlo? Sólo estaba diciendo «éste es el peor escenario posible, padre, así que sigámoslo y al final la providencia de Dios prevalecerá. Tiene que confiar en la misericordia de Dios por su pueblo y la vida continúa». Estos sacerdotes estaban seriamente preocupados.
¿Fue también una llamada de atención?
No realmente. Estos sacerdotes estaban ya despiertos. Estaba tratando de hacer lo contrario, de calmarlos. Mi argumentación era que incluso si pasaba lo peor debíamos continuar con nuestro papel de sacerdotes y obispos.
Los escándalos de abusos sexuales
Un asunto esencial al que se ha tenido que enfrentar ha sido el de los escándalos de abusos sexuales. ¿Está satisfecho con la manera en que ha dejado el asunto?
Sí, creo que hemos dejado los instrumentos necesarios para proteger a los niños e instituir la tolerancia cero. Fue muy difícil, porque había mucha gente muy influyente en Roma que pensaba que esto era una invención americana y que estábamos imponiéndola a la Iglesia. Cuando nos dimos cuenta que las normas debían ser revisadas a fondo, teníamos miedo de que nos las devolviesen y de pedir la aprobación porque podía ser que las negasen por completo y las declarasen nulas.
Es un aspecto de su legado que a veces es olvidado. ¿Es justo decir que usted jugó un papel esencial en la implantación de la tolerancia cero?
Creo que sí. No me gusta decirlo, como si me estuviera echando flores, pero es correcto. Fui el presidente de la comisión y recuerdo los enfrentamientos. Fueron tres días de cuidadosa discusión en inglés e italiano. Para su crédito, fue Bertone quien, a pesar de cierto número de otros, en un cierto momento dijo «possiamo farlo»(podemos hacerlo).
Bertone actuaba según las instrucciones de Ratzinger, ¿no?
Sí, estaba representando al cardenal Ratzinger en las discusiones. «Possiamo farlo»... Nunca olvidaré esa frase. Tan pronto como lo dijo, recuerdo pensar «oh, gracias a Dios».
El papa Francisco
Hablemos del papa Francisco. Recientemente el veterano escritor italiano Sandro Magister dijo que muchos obispos americanos se sentían «incómodos» con Francisco y apuntaba a que los obispos americanos podrían tener que convertirse en los defensores de la Tradición antes que el Vaticano bajo este papa. ¿Qué piensa de ésto?
¡Espero que esté equivocado! No es porque no confíe en los obispos americanos, lo hago, pero es un juicio muy fuerte sobre el Papa y el Vaticano.
¿Le preocupa que haya un completo abandono de la Tradición?
No creo que haya un completo abandono de la Tradición. El Papa ha dicho que quiere que cada cuestión sea planteada y lo ha sido, así que ha tenido lo que quería, y ahora él tiene que arreglarlo. Él mismo ha dicho que el papa tiene el carisma de la unidad y él sabe muy bien que esta unidad se da alrededor de Cristo, no de él. Es decir, la Tradición que nos une a Cristo tiene que ser la norma. Cómo lo interprete él y cómo alguien más podría interpretarlo, entra en el ámbito de las conversaciones que forman un gobierno.
Puedo ver por qué algunos están nerviosos. Si no lo fuerzas, parece estar poniendo en cuestión enseñanzas doctrinales bien asentadas. Pero cuando lo miras otra vez, especialmente cuando escuchas sus homilías en particular, ves que no es así. Muy a menudo, cuando dice esas cosas, se está poniendo en el contexto pastoral de alguien que está atrapado en alguna clase de trampa. Quizás la simpatía está expresada de una manera que deja a la gente preguntándose si él aún mantiene la doctrina. No tengo razón para creer que no lo haga.
Hasta el Sínodo de los obispos de octubre, los principales representantes de lo que podríamos llamar «el bando conservador» parecían dispuestos a dar a Francisco el beneficio de la duda. Después de aquello ya no lo parece tanto, con algunos ahora viendo al Papa bajo una luz más crítica. ¿Es éste su parecer también?
Creo que es probablemente verdad. La pregunta está planteada, ¿por qué no clarifica él mismo estas cosas?, ¿por qué es necesario que los apologistas tengan que llevar la carga de tratar de ponerlo lo mejor posible?, ¿no se da cuenta de las consecuencias de algunas de sus afirmaciones, o incluso de algunas de sus acciones?, ¿no se da cuenta de las repercusiones? Quizás no lo hace. No sé si es consciente de todas las consecuencias de algunas de las cosas que ha dicho y que han traído dudas a la mente de la gente.
Ésta es una de las cosas que me gustaría tener la oportunidad de preguntarle, si alguna vez voy allí: ¿se da cuenta de lo que ha sucedido, sólo por la misma frase «quién soy yo para juzgar»?, ¿cómo está siendo utilizada y mal utilizada? Ha sido muy mal utilizada, porque él estaba hablando acerca de alguien que ya había pedido misericordia y había obtenido la absolución, a quien él conocía bien. Es enteramente diferente que hablar de alguien que demanda aceptación antes de pedir perdón. Está siendo constantemente mal utilizado.
Está creando expectativas alrededor de él que no podrá posiblemente cumplir. Éso es lo que me preocupa. En un determinado momento, gente que ha contado con él para sus escenarios de cambios en la Iglesia, descubrirá que esto no es así. Él no va a ir en esa dirección. Entonces, no provocará sólo desilusiones, sino oposición que podrá hacer daño a la efectividad de su magisterio.
¿Hay un papel para los obispos americanos ayudándolo a entender las cosas que están en juego?
Creo que los obispos tienen el papel de hacer ésto. No creo que fuese bueno hacerlo como algo nacional. Nunca hemos sido una Iglesia nacional, ni en este país ni en ninguno más. No sería bueno que se diga: «Los obispos americanos contra el Vaticano». Los obispos por separado deben tomar responsabilidad y hacer lo que tienen que hacer. Si es algo que nos afecta colectivamente, quizás deberíamos hablar colectivamente. Pero en algo como esto, es decir, las impresiones que dejan las afirmaciones sin explicar del Papa, no creo que la conferencia como tal deba tomar por sí misma la responsabilidad de «corregir» al Papa o decidir qué vamos a hacer con esto. Podemos hablar y se hace, y entonces decidir por cada uno si debemos tomar alguna manera de ir al grano con el Papa.
Creo que cierto número de obispos han tratado de hacer eso mismo. Si han tenido éxito, no lo sé, ni sé cómo él recibe estas noticias. Es la gran incógnita, ¿no?
¿Usted no quiere animar ninguna tendencia a ver a los obispos americanos como un contrapeso del Vaticano bajo Francisco?
¡No tenemos mandato de Jesús para ser un contrapeso de la Santa Sede!
Justo ahora está usted enfocado en su salud. Si las cosas mejoran y tiene algo más de tiempo, ¿tiene algo en mente?
Tengo un libro por publicar sobre la tradición intelectual católica, de la editorial Catholic University Press... ya sabe, ha habido muchos grandes temas en los que he estado interesado en un momento u otro. Algunos de ellos tienen que ver con la epistemología, porque siempre he estado fascinado por lo que podemos saber y lo que no podemos sabe y por qué pensamos que podemos. En teología, he estado siempre interesado en escatología.
Me interesa que este papa hable sobre la novela Señor del mundo. Esto es algo acerca de lo cual me gustaría preguntarle: ¿cómo pone junto lo que está haciendo con lo que dice que es la interpretación hermeneútica de su ministerio, la cual es al visión escatológica de que el Anticristo está con nosotros?, ¿cree esto? Me gustaría preguntárselo al Santo Padre. ¿Qué quiere decir? En cierto sentido, quizá explique por qué parece tener tanta prisa. Nadie parece interesado en esto, pero lo encuentro fascinante, porque encuentro el libro fascinante.
(nota: escrito por Robert Hugh Benson, un sacerdote católico convertido e hijo de un antiguo arzobispo anglicano de Canterbury, la novela es una fantasía apocalíptica que culmina en un duelo entre la Iglesia y un carismático Anticristo)
Lo leí por casualidad cuando estaba en el instituto. Fue escrito en 1907 y es muy actual, parece estar escrito en nuestro tiempo. ¿Cree el Papa esto? Pues bien, esto es mucho más interesante que mi dicho acerca de mi sucesor muriendo en prisión. ¿Qué piensa el Papa acerca de los últimos tiempos?
La escatología podría ser un proyecto a continuar. Ratzinger, como sabe, escribió un libro sobre escatología y probablemente habría continuado si no hubiera sido elegido Papa. He leído el libro y es de ayuda sin importar cuáles sean tus intereses.
En relación al Papa, espero tener la oportunidad antes de morir de preguntarle: ¿Cómo quiere que entendamos su ministerio?, ¿qué nos pone como clave?
Acaba de mencionar un par de cosas que le gustaría preguntar al Papa. Parece que realmente le gustaría tener algún momento cara a cara con él.
Me gustaría. Primero de todo, no lo conocía bien antes de ser elegido. Lo conocí a través de los obispos brasileños, que lo conocían bien y les pregunté muchas cosas. Desde la elección no he tenido oportunidad de ir a ninguna de las reuniones o consistorios porque he estado en tratamiento y no me dejaban viajar. No lo he visto desde que fue elegido.
Simplemente me gustaría hablarle. Es menos importante ahora, porque no voy a gobernar, pero se supone que se tiene que gobernar en comunión con y bajo el sucesor de Pedro, así que es importante tener algún contacto, algún entendimiento. Obviamente, creo que somos muy diferentes. Siempre sentí una simpatía natural con el cardenal Wojtyla, con Juan Pablo II... De mi parte, una simpatía profunda. Él tenía la capacidad de conseguirla con miles de personas. Con el cardenal Ratzinger, había cierta distancia, pero también un profundo respeto. No conozco suficientemente bien al papa Francisco. Ciertamente lo respeto como Papa, pero nunca ha habido un entendimiento de «¿qué está haciendo aquí?».
El arzobispo Kurtz recientemente puso en su blog que le había llamado a usted después de ver al Papa y éste había preguntado sobre su salud.
Me llegó mucho esto. Como dije, nunca he tenido la oportunidad de hablarle y no sabía si estaba al corriente de mi situación.
Ésta es la gran cuestión, ¿no? ¿Quién está aconsejando al Santo Padre? Aún no se lo he preguntado... Ésta es otra cosa que me gustaría preguntarle si tuviera la oportunidad.