(Aica) Ante el anunciado tratamiento de un proyecto de despenalización del aborto en la comisión de Legislación Penal, a cargo de la diputada del PRO Patricia Bullrich, el arzobispo recordó que la Iglesia, desde la fe y el derecho natural, «ha defendido siempre este valor supremo», y pidió que el niño inocente por nacer y su madre sean protegidos por la legislación vigente.
«La mujer desprotegida y desorientada debe ser acompañada, amada, ayudada, para que pueda llevar su embarazo a término y, en todo caso, después, se encuentre en condiciones de decidir, libremente, si criará a su hijo o lo dará en adopción. Esto es lo que el Estado, que no es dueño de la vida de nadie, debe garantizar. Los legisladores, por su parte, no pueden ignorar la grave responsabilidad que pesa sobre sus conciencias si apoyan una ley que haga lugar al crecimiento de la cultura de la muerte y del «descarte», añadió el prelado, según aseguró a La Gaceta.
Según advirtieron varias plataformas y organizaciones de derechos humanos, la Comisión de Legislación Penal acordó casi a escondidas la inclusión del aborto en el temario de la audiencia que mantendrán hoy martes, 4 de noviembre, desde las 17, en la Sala 1 del edificio anexo de la Cámara de Diputados. Mientras tanto, en el plano local, se discute por estos días la eventual suscripción a la «Guía de Abortos No Punibles».
También contra la despenalizacion del consumo de drogas
Monseñor Zecca afirmó que «no es sólo en el ámbito de la vida por nacer donde se alientan principios que privan al hombre de su primer y elemental derecho a vivir». «También lo vemos cuando, lejos de trabajar en la prevención de la drogadicción y en el combate contra el narcotráfico, se alienta, por el contrario, la despenalización del uso de ciertas drogas ignorando que el derecho crea costumbre y acaba, finalmente, por legitimar conductas aberrantes».
«Nuestras familias deben ser protegidas. Los jóvenes deben ser educados y a todos debe garantizarse la inserción real en la sociedad de la que nunca serán auténticos ciudadanos si se les niega la formación necesaria para cumplir sus deberes y ejercer sus derechos», destacó el arzobispo.
«La Iglesia nunca cesará de anunciar el Evangelio de la vida y será celosa del cumplimiento de este deber fundamental por parte del Estado y de los ciudadanos. Con respeto y humildad, pero con absoluta firmeza, quiero llamar a la conciencia a los legisladores y a los ciudadanos. La vida es un don de Dios y nadie puede decidir sobre la vida propia o la ajena. Si este principio fundamental se viola, la sociedad simplemente se desmorona», concluyó