(RV/InfoCatólica) El Papa ha hablado del término solidaridad:
«una palabra que no cae bien siempre -ha dicho- yo diría que algunas veces la hemos transformado en una mala palabra, no se puede decir; pero es una palabra mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos. Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero: los desplazamientos forzados, las emigraciones dolorosas, la trata de personas, la droga, la guerra, la violencia y todas esas realidades que muchos de Ustedes sufren y que todos estamos llamados a transformar. La solidaridad, entendida, en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares».
Asimismo ha opinado que el encuentro no responde a una ideología ya que los movimientos no trabajan con ideas sino con realidades:
«No se puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivos -ha continuado-. Este encuentro nuestro responde a un anhelo muy concreto, algo que cualquier padre, cualquier madre quiere para sus hijos; un anhelo que debería estar al alcance de todos pero hoy vemos con tristeza cada vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo. Es extraño pero si hablo de esto para algunos resulta que el Papa es comunista».
Y ha añadido:
«Hoy, al fenómeno de la explotación y de la opresión se le suma una nueva dimensión, un matiz gráfico y duro de la injusticia social; los que no se pueden integrar, los excluidos son desechos, `sobrantes´. Esta es la cultura del descarte.... Esto sucede cuando al centro de un sistema económico está el dios dinero y no el hombre, la persona humana. Si al centro de todo sistema social o económico tiene que estar la persona, imagen de Dios, creada para que fuera el denominador del universo. Cuando la persona es desplazada y viene el dios dinero sucede esta trastocación de valores».
El Papa Francisco ha mencionado el problema de la desempleo y ha afirmado:
«todo trabajador, esté o no esté en el sistema formal del trabajo asalariado, tiene derecho a una remuneración digna, a la seguridad social y a una cobertura jubilatoria. Aquí hay cartoneros, recicladores, vendedores ambulantes, costureros, artesanos, pescadores, campesinos, constructores, mineros, obreros de empresas recuperadas, todo tipo de cooperativistas y trabajadores de oficios populares que están excluidos de los derechos laborales, que se les niega la posibilidad de sindicalizarse, que no tienen un ingreso adecuado y estable. Hoy quiero unir mi voz a la suya y acompañarlos en su lucha».
El Pontífice también ha mencionado el tema de la paz y la ecología:
«No puede haber tierra, no puede haber techo, no puede haber trabajo si no tenemos paz y si destruimos el planeta... la creación no es una propiedad, de la cual podemos disponer a nuestro gusto; ni mucho menos, es una propiedad sólo de algunos, de pocos: la creación es un don, es un regalo, un don maravilloso que Dios no ha dado para que cuidemos de él y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con respeto y gratitud».
«Pero ¿por qué en vez de eso nos acostumbramos a ver como se destruye el trabajo digno, se desahucia a tantas familias, se expulsa a los campesinos, se hace la guerra y se abusa de la naturaleza? ¡Porqué en este sistema se ha sacado al hombre, a la persona humana, del centro y se lo ha reemplazado por otra cosa! ¡Porque se rinde un culto idolátrico al dinero! ¡Porque se ha globalizado la indiferencia!, se ha globalizado la indiferencia, a mí que me importa lo que le pasa a otros mientras yo defienda lo mío. Porque el mundo se ha olvidado de Dios, que es Padre; se ha vuelto huérfano porque dejó a Dios de lado».
Ante todo esto ha destacado que «los cristianos tenemos algo muy lindo, una guía de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario. Les recomiendo vivamente que lo lean, que lean las bienaventuranzas».
El Papa ha acentuado la importancia de caminar juntos y ha finalizado recordando que «los movimientos populares expresan las necesidad urgente de revitalizar nuestras democracias, tantas veces secuestradas por innumerables factores. Es imposible imaginar un futuro para la sociedad sin la participación protagónica de las grandes mayorías y ese protagonismo excede los procedimientos lógicos de la democracia formal».