(SIC/Infocatólica) Márquez explica que «en ocasiones, ofrecemos ayuda para pagar un alquiler. En el caso del pago de la hipoteca, lo que hacemos primero es derivarlos hacia nuestro equipo de economistas y abogados voluntarios que plantean una mediación con los bancos para tratar de renegociar las deudas o, llegado el caso, acordar una dación en pago (entregar el piso al banco para pagar la deuda). En casos muy concretos, se contribuye al pago de alguna mensualidad, pero sólo cuando hay ciertas perspectivas de que la persona vaya a encontrar un empleo o a recibir algún tipo de ayuda social».
Se paralizan deshaucios
Gracias al trabajo que se realiza en las Cáritas se consiguen paralizar casos de desahucio. Pero hay veces que la situación se hace insostenible y muchas personas se encuentran, de la noche a la mañana, sin un techo donde cobijarse. Los servicios generales de Cáritas cuentan, entonces, con alojamientos alternativos.
Es el caso de los pisos de acogida para inmigrantes y para mujeres solas con hijos a cargo; el hogar de acogida para personas sin techo “Pozo Dulce”; los apartamentos “Tomás de Cózar” para mayores solos, o la Casa “Ntra. Sra. de la Merced” para personas que acaban de salir de la cárcel y no tienen donde alojarse. Desde Cáritas, también se trabaja con las personas que viven ya directamente en la calle, un trabajo que se realiza a través de “Puerta Única”, agrupación de desarrollo compuesta por diferentes entidades que trabajan en Málaga por este grave problema social.
Malas perspectivas de futuro
«Las perspectivas de futuro no son buenas –señala Maite Márquez–. Las prestaciones son cada vez más bajas y los empleos más inestables. Contribuir económicamente con Cáritas es una forma de ayudar a las personas que sufren el problema de la vivienda; pero también puede ser un gesto de compromiso cristiano el de los propietarios de pisos vacíos que los pongan a disposición de personas que se vean en esta situación con alquileres adecuados a sus circunstancias».