(Portaluz/InfoCatólica) La tesis de Green va contracorriente y valida los planteamientos de Benedicto XVI sobre el tema, que hoy, a la luz del magro avance en la lucha contra la prevención del SIDA en África, parecen haber sido proféticos.
En marzo del año 2009, durante el vuelo con que iniciaba su viaje misionero al continente africano, al ser interrogado sobre el cómo mira la Iglesia la realidad del SIDA Papa Benedicto XVI respondió:
«…no se puede solucionar este flagelo distribuyendo preservativos; al contrario, aumentan el problema. La solución sólo puede ser doble: la primera, una humanización de la sexualidad, es decir, una renovación espiritual y humana que conlleve una nueva forma de comportarse el uno con el otro; y la segunda, una verdadera amistad también y sobre todo con las personas que sufren; una disponibilidad, aun a costa de sacrificios, con renuncias personales, a estar con los que sufren. Éstos son los factores que ayudan y que traen progresos visibles».
En aquél instante los medios de prensa y agencias internacionales festinaron con la afirmación del hoy Papa Emérito que cuestionaba al preservativo como el medio eficaz de prevención que priorizaban (y priorizan) los organismos internacionales, las empresas privadas y los gobiernos en sus políticas públicas.
El Papa tenía razón
Sin embargo, transcurridos cinco años de millonarias inversiones en publicidad y distribución de preservativos… el VIH-SIDA continúa diezmando con igual y mayor fuerza que antes a la población, especialmente en el África subsahariana. Las cifras –su incremento- darían entonces la razón al papa emérito Benedicto… Es lo que afirma el destacado científico, antropólogo y experto en Salud Pública, Edward C. Green en artículo publicado por la revista National Review el pasado 29 de agosto.
Tomando las cifras oficiales Green destaca que «en 2012, 396.000 adultos sudafricanos -1,7 por ciento de la población adulta- se infectaron con el VIH», demostrando que al menos entre los adultos mayores de 25 años en Sudáfrica «las infecciones por VIH no han declinado».
Green advierte que no se debe confundir a la población difundiendo que el descenso en las tasas de mortalidad debido al uso de antiretrovirales (medicinas que a diario consumen quienes portan el virus y han visto deteriorarse sus sistema de defensas) es señal de un éxito en el control de la epidemia. Para el científico los datos oficiales respecto de que se mantiene al alza los nuevos infectados, señalan que aún la prevención continúa siendo el tema pendiente y evitado.
Sin rodeos y en línea con lo que afirmó el año 2009 Benedicto XVI, Green afirma que es errado «suponer que los condones causan o están relacionados con la disminución de las tasas de infección de VIH….»
Humanizar la sexualidad
Recuerda Green el caso de Uganda, cuyas políticas públicas fueron exitosas para reducir la tasa de infección por VIH mientras promovieron con prioridad la abstinencia y fidelidad, como el retraso de la iniciación sexual (adolescentes). «Pero Uganda no lo está haciendo tan bien ahora» –señala el experto- porque la presión de agentes de la ONU y empresas impusieron un cambio en las políticas públicas que comenzaron a difundir los beneficios del preservativo como prioridad en la prevención.
¿Cómo disminuir las tasas de infección por el VIH? Para el científico todo se juega en un cambio de conducta (tal como lo mencionara el papa Benedicto)… «Parece probable que la predicación y exhortaciones que siempre han llegado desde la base, en particular, de las iglesias y mezquitas, refuerzan la reacción natural a ser más cautelosos en la conducta sexual de una persona». Es este el cambio que mueve, para Green, «una respuesta de sentido común en hombres y mujeres… dejar de tener múltiples parejas sexuales». Vale decir fidelidad.
Estos temas ya habían sido argumentados por el científico en su libro Broken Promises. How the AIDS Establishment has Betrayed the Developing World (2011). Allí denuncia que el «AIDS establishment» prefiere ignorar las crecientes pruebas de que la prevención a través solo de condones es un fracaso. En este establishment incluye a activistas gays, grupos de control de población, fabricantes de condones y algunas ONG decididas a imponer su idea de revolución sexual en África. Este establishment piensa que la única respuesta posible son los condones. Sin embargo, experiencias de países como la que vivió Uganda o en años más recientes Zimbabue, dice Green, indican que el principal factor del descenso en la tasa de infección por VIH es el aumento de la fidelidad matrimonial y la reducción del número de parejas sexuales.
En cambio, advierte Green, las campañas que presentan el uso de preservativos como equivalente a «sexo seguro» pueden generar un comportamiento desinhibido. Es lo que se llama «compensación de riesgo», que lleva a asumir riesgos mayores en la conducta sexual cuando uno se cree protegido.