(Zenit/InfoCatólica) En su homilía, el cardenal Parolin, recordó que Pío X «tuvo un único y gran proyecto en su vida y en su ministerio: ‘hacer de Cristo el corazón del mundo’». El Pontífice fue «pastor que recalcó sobre su persona y sus gestos la presentación del Buen Pastor anunciado por los profetas y realizado en Jesús», aseguró el cardenal.
Del mismo modo, destacó que Pío X, como buen pastor «corrió audaz y generoso en defensa del rebaño que se le confió, llamando a la Iglesia de su tiempo a volver a centrarse en Cristo, a reencontrar sólo en Él sus energías de vida más profundas, a tomar de Él el ansia del anuncio evangélico y de caridad sin límites, que empujaron al mismo Cristo a dar la vida por los hombres».
Y con amplitud de visión espiritual y pastoral, Pío X «constituyó con su persona un auténtico hito en la visión del sacerdocio y en el ejercicio pastoral del ministerio sagrado e invitó a la Iglesia a alejarse de la autoreferencialidad, el aislamiento y la clausura en sí misma, y la instó a «cualificar la propia acción sobre el primado de Cristo y de su palabra».
A propósito, el purpurado señaló que esta llamada también es para la Iglesia de hoy, «como nos invita constantemente el papa Francisco». Y así, indicó que «también nosotros estamos llamados a cualificar radicalmente nuestra presencia en el mundo».
Además, recordó que la elección de Pío X «de poner Cristo como fundamento de cada acción de la Iglesia, fue y permanece extremadamente moderna, elección intrínsecamente misionera, elección anticipadora de tantos eventos y reflexiones de la Iglesia del siglo XX».
Tomando el tema de la santidad, el cardenal Parolin observó que Pío X, entre las prioridades de su pontificado, pidió a los pastores de la Iglesia la santidad de la vida, una vida completamente dirigida a Cristo y a su llamada». La santidad de vida como condición indispensable para la credibilidad del ministerio sagrado, la santidad como especificidad del sacerdocio ministerial, explicó el purpurado.
Otro rasgo que destacó en la homilía, fue el vigoroso ejemplo de caridad apostólica de san Pío X. «Una caridad que nacía de su corazón sensible y tierno por los necesitados, nacido y crecido él en una familia y en una parroquia pobre», indicó.
Finalmente, el cardenal Parolin destacó que san Pío X «desprendió en la Iglesia una nueva atmósfera, un clima de vida interior ardiente e inflamado, precisamente ‘un bálsamo, un perfume’, a cuya fragancia se corroboraron los corazones de los humildes y los sencillos».