(Ecclesia/InfoCatólica) Gil Tamayo reconoció «el sufrimiento que viven muchas personas que atraviesan este tipo de situaciones, especialmente la mujer». Sin embargo, señaló que «en una sociedad madura que aprecia la vida, los legisladores han de ofrecer políticas en favor de la familia que atraviesan situaciones difíciles para que esa circunstancia tenga la menor incidencia posible sobre la economía familiar».
«Leyes que amparen esas situaciones especiales es el verdadero camino de una sociedad solidaria y no atajar el problema con la eliminación de un ser inocente», añadió el secretario general de la CEE, quien, sin embargo, recordó que este este anteproyecto de Ley de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la Mujer Embarazada «es menos mala que la ley actual», aun cuando «toda ley de aborto es mala, y que nunca se puede legitimar la muerte de un inocente».
«Si se protege más la vida que en la anterior; se pasa de una ley de plazos a una ley de supuestos; se admite la objeción de conciencia del personal sanitario; se intenta proteger al nasciturus y no se considera el aborto como un derecho sino como un conflicto es menos mala que la actual, sabiendo que toda ley del aborto es mala y que nunca se puede legitimar la muerte de un inocente», precisó.