(Riposte Catholique/InfoCatólica) La realidad es que los sacerdotes y diáconos han desobedecido expresamente lo indicado por San Juan Pablo II en su exhortación apostólica Familiaris Consortio:
84. Del mismo modo el respeto debido al sacramento del matrimonio, a los mismos esposos y sus familiares, así como a la comunidad de los fieles, prohíbe a todo pastor —por cualquier motivo o pretexto incluso pastoral— efectuar ceremonias de cualquier tipo para los divorciados que vuelven a casarse. En efecto, tales ceremonias podrían dar la impresión de que se celebran nuevas nupcias sacramentalmente válidas y como consecuencia inducirían a error sobre la indisolubilidad del matrimonio válidamente contraído.
Se da además la circunstancia de que en siete de los setenta y cinco casos, los «contrayentes» eran personas del mismo sexo, lo cual atenta, más si cabe, contra la doctrina católica que están obligados a profesar.