(RC/InfoCatólica) En este contexto, el obispo de San Sebastián, que cada lunes dedica unos minutos a responder las preguntas de los oyentes en su programa en Radio María (‘Sexto Continente’), quiso exponer los argumentos que a su juicio sustentan el celibato sacerdotal.
El oyente planteaba a Mons. José Ignacio Munilla que si, según la tradición, San Pedro estaba casado y San Pablo afirma en las Escrituras que los obispos deben tener una sola mujer, entonces El Vaticano no es fiel a la Biblia.
A esto el obispo de San Sebastián respondió, en primer lugar, hablando del vicio que supone sacar versículos de la Biblia de contexto, y analizarlos por separado. Esto es, dice, «algo muy propio de las sectas».
Jesucristo fue célibe
El prelado continua su exposición diciendo que aunque «es cierto que el celibato es una ley eclesiástica y no divina, hay que decir que el celibato tiene muchas razones de adecuación al mensaje de Jesucristo. No hay que olvidar que Jesucristo fue célibe. Él vivió su proclamación del Reino desde un corazón célibe. Sus afectos estaban puestos directamente en el Padre y no a través de un amor que es legitimo pero que es una vocación particular que es la del matrimonio».
La Biblia recoge el celibato sacerdotal
«Ademas, hay bastantes pasajes evangélicos en los que Jesús habla de esa renuncia. Por ejemplo, el texto de Lucas en el que se dice «os aseguro que nadie que haya dejado mujer, hijos, padres y hermanos por el Reino de Dios…» (Lucas 18;20-30). Esto quiere decir que aplaude la posibilidad de que seamos llamados a dejarlo todo por el Reino. Incluido el matrimonio, la maternidad o la paternidad».
Nadie obliga a nadie
«Por tanto, todo eso de que el Vaticano no es fiel a lo que dice la Biblia es sacar las cosas de quicio, no entender las cosas. De hecho, la iglesia con el paso de los siglos la iglesia ha ido avanzando a una vivencia del celibato más adecuada a esa ideal que desde un primer momento vivió Jesucristo. Él desde un primer momento fue célibe. Y alabó la posibilidad de ser célibes. No se la pidió obligatoriamente a los apóstoles, pero la alabó. La iglesia latina no obliga o impone el celibato a quienes eligen el sacerdocio. No se impone el celibato a nadie. Sería más justo decir que la iglesia elige a los sacerdotes entre los que sienten el don a ser célibes».