(SIC/InfoCatólica) En su análisis sobre la situación actual de la misión, que el arzobispo Rugambwa desarrolló en una conferencia titulada «No hay misión sin misioneros», el presidente de OMP intentó presentar las causas por las que, a pesar de la «profunda reflexión» que el magisterio eclesial ha plasmado en los últimos 30 años sobre la urgencia de la evangelización, «las cuentas no dan resultados en términos de personas que dedican su vida a la obra de las misiones». Se refería concretamente a las «vocaciones específicas para la evangelización en otros países, culturas y religiones».
«Parece que el espíritu misionero, en esta fase en que con obviedad la Iglesia se reconoce por su naturaleza misionera, no encuentra ya respuestas radicales. Se contenta con navegar junto a la costa, más que dejarse llevar del viento del Espíritu hacia los confines del mundo y de la humanidad». Recordando lo que san Juan Pablo II afirmaba en su Encíclica «Redemptoris missio», que la misión «se halla todavía en los comienzos y debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio», monseñor Rugambwa dijo que la enunciación de este principio «parece caer en el vacío» y se mostró contundente al afirmar que «hay necesidad de personas, que respondiendo a la invitación de Cristo, y a las repetidas súplicas de la Iglesia, estén dispuestas a ser enviadas».