(El Confidencial/InfoCatólica) El incremento de las familias monoparentales no sólo tendrá consecuencias sociales y económicas en el modo de vida de los individuos, sino también en el Estado de bienestar, advierten los autores del informe. «Los servicios públicos de salud no podrán asumir el coste de la atención y los cuidados a un número cada vez mayor de personas dependientes, pues hasta ahora eran sus propios familiares quienes contenían la mayoría de sus necesidades».
De hecho, el número de personas mayores de 60 años pasará de cinco a 20 millones en el año 2033, mientras que la desaparición de los lazos familiares fuertes dejará a una buena parte de ellos a merced de los servicios públicos.
El informe pone en el punto de mira a las personas que hoy en día se encuentran entre la franja de los 40 y los 50 años. Un espectro demográfico que hoy en día ya está siendo denostado laboralmente, con unas altas tasas de desempleo y serias dificultades para recolocarse tras un despido, debido a los cambios estructurales y tecnológicos. Unas dificultades por las que muchos han tenido que dejar de pagar sus seguros médicos y de jubilación.
Despojados por la familia y por el mercado laboral
El panorama futuro que dibuja el informe es especialmente sombrío en el terreno económico. Y es que a la «soledad crónica» que amenazará a muchas personas una vez se jubilen, se suma el empobrecimiento de las personas que tengan que vivir con una pensión mínima y una deficiente atención del Estado cuyas arcas públicas no están preparadas para atender el disparo de la demanda.
Ante situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Los autores del informe proponen como solución que se impulsen las «adopciones» de sus propios nietos cuando estos vivan en familias monoparentales. Una iniciativa similar a la ensayada en países como en Alemania o Australia con la esperanza de que puedan cuidar a sus abuelos durante la vejez.
Los investigadores argumentan que, de este modo, se «mantendrán los vínculos familiares y las personas mayores contarán con parientes que puedan atenderlos y ayudarlos durante la vejez». De lo contrario, alertan que dentro de una década habrá más de 200.000 dependientes que no tendrán a ningún familiar a su lado para prestarles ayuda.
Soledad crónica y pobreza crónica
El riesgo de caer en la pobreza severa entre las personas que ocuparán la base de la pirámide demográfica invertida dentro de dos o tres década es cada vez mayor. En España, la organización social Cáritas hacía hincapié en su última memoria anual que habían reforzado sus acciones hacia las personas más mayores.
La factura de la luz, el alquiler del piso y la alimentación son gastos básicos a los que cada vez más personas jubiladas no pueden enfrentarse por falta de recursos. Los pensionistas no han parado de perder poder adquisitivo desde el inicio de la crisis, pues el aumento de sus ingresos ha sido menor que el de los precios de consumo, disparándose especialmente en lo que tiene que ver con servicios básicos como la electricidad.
El pasado año, las pensiones subieron un escaso 1%, mientras que este sólo lo han hecho al 0,25%. Un aumento de apenas unos euros que no es suficiente para contrarrestar las subidas experimentadas en diferentes facturas. Así, los jubilados con pensiones mínimas que no tienen ningún cónyuge a su cargo tienen que sobrevivir con 592 euros al mes.