(EP/InfoCatólica) En su artículo, Echevarría hace referencia a que al canonizarlos, el Papa Francisco ayuda a ver que, para Dios, Angelo Roncalli y Karol Wojtyla son, sobre todo, «dos personas santas, factor fundamental en la vida de cada hombre, de cada mujer».
Por otro lado, ha afirmado que la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II «es un gran acontecimiento eclesial» y un «signo de esperanza para el mundo» porque «allí donde florece la santidad, las crisis no tienen la última palabra». Así, ha relatado que «cuando hay santidad existe un fundamento sólido sobre el que construir el futuro» y que en los santos se encuentran «respuestas a los problemas más profundos del hombre y de la sociedad», que tienen con frecuencia su origen en un alejamiento de Dios.
También ha subrayado, además, que es un «motivo de gratitud a Dios» observar que, durante las últimas décadas la Iglesia, haya sido «conducida por la santidad» ya que dos de los tres pontífices ya fallecidos (Juan XXIII y Juan Pablo II) serán canonizados este domingo, y el proceso para la beatificación del tercero de ellos (Pablo VI) se encuentra muy avanzado.
Sobre Juan XXIII, ha afirmado que es «el Papa que convocó el Concilio Vaticano II» y que condujo la Iglesia «con mano firme y paterna». Además, ha resaltado que el Papa Roncalli «ayudó a colocar la vocación a la santidad en la raíz misma de la condición cristiana» y que para la humanidad es también el «Papa de la paz».
De Juan Pablo II, ha destacado que «era un sacerdote enamorado de Dios y de los hombres, creados a imagen de Dios en Cristo» y que convocó a toda la Iglesia a la «nueva evangelización». El prelado del Opus Dei ha recalcado que durante los años de su pontificado se ha profundizado «con luces nuevas en la bondad y la misericordia de Dios».
«Sus palabras, sus gestos, sus escritos, su entrega personal en la salud y en la enfermedad han sido instrumentos de los que se ha servido el Espíritu Santo, para acercar a muchísimas personas a la fuente de la gracia, y para que millares de jóvenes respondieran afirmativamente a la llamada de Cristo al sacerdocio, a la vida religiosa, al matrimonio y al celibato apostólico laical», ha destacado.
En esta línea, ha puesto de manifiesto que Juan Pablo II dejó «un imponente legado sobre la dignidad de la persona, sobre el valor de la vida y de la familia, el servicio a los pobres y a los necesitados, la promoción de los derechos de los trabajadores, el amor humano y la dignidad de la mujer, y sobre tantos otros aspectos que resultan cruciales en la promoción de una existencia digna». Finalmente, ha remarcado que «sus escritos y su predicación conforman un conjunto de enseñanzas con enorme potencialidad de futuro» y se ha mostrado convencido de que «su mensaje social y humano se agigantará con el paso del tiempo».