(Aleteia/InfoCatólica) La ciudad de Maaloula, recientemente conquistada por las tropas gubernamentales y destruida en su mayor parte, después de estar bajo control de los yihadistas, se ha convertido en el símbolo del martirio de los cristianos en Siria.
La hermana Raghida, doctora en Educación, estuvo al frente de la escuela del Patriarcado Greco-Católico en Damasco, la capital siria. Hoy vive en Francia. Su madre y sus seis hermanos y hermanas están todavía en Siria, donde su vida está en peligro todos los días.
«En los pueblos y aldeas que están ocupadas por elementos armados, los yihadistas y los grupos musulmanes extremistas ofrecen a los cristianos dos alternativas: la shahada (profesión de fe musulmana, ndr.) o la muerte. A veces piden un rescate. Así que están entre la shahada, el rescate o la muerte. Quienes no niegan su fe sufren el martirio, y además un martirio extremadamente inhumano, de una violencia extrema que no tiene nombre.
Si quieren ejemplos, en Maaloula crucificaron a dos jóvenes porque no quisieron decir la shahada. Les dijeron: «entonces quieren morir como su amo en el que creen. Tienen una opción: recitan la shahada o serán crucificados». Y les crucificaron. Hubo uno que fue crucificado delante de su padre. Incluso mataron a su padre. Esto ocurrió por ejemplo en Abra, en la zona industrial en las afueras de Damasco. En cuanto entraron en la ciudad, comenzaron a matar a hombres, mujeres y niños . Y después de la masacre, se llevaron las cabezas y jugaron al fútbol con ellas.
En cuanto a las mujeres, les sacaron a sus bebés y los ataron a los árboles con sus cordones umbilicales. Afortunadamente, la esperanza y la vida es más fuerte que la muerte. Después de un período de calma y de que la ciudad volviera a manos del ejército, hicimos misas de réquiem, y seguimos rezando intensamente.
Frente a estas atrocidades, ¿cómo se las arreglan para vivir todos los días?
Ellos huyen a lugares un poco más tranquilos porque la lucha se concentra en algunas regiones o ciudades. Las personas se dirigen a las zonas más tranquilas, con familiares o con amigos. Hay escasez de alimentos. En algunos lugares, hay algunas verduras, pero son demasiado caras , porque la vida se ha incrementado en un 500% , si no más. Hay algunos que aún ganan un pequeño salario. Todavía hay algunos funcionarios que van a trabajar con riesgo de su vida. Cuando van a su trabajo, no saben si van a regresar con vida o no. Y lo mismo sucede con los jóvenes que van a la escuela o la universidad, porque la gente no quiere vivir sintiendo que esperan la muerte, hay instituciones que continúan con los que pueden acudir. Se está creando una solidaridad entre las personas. Cuando falta el combustible, el gas , la electricidad e incluso el pan, los vecinos se ayudan. La mayor preocupación son los niños.
¿Cómo vivían los cristianos antes de la guerra?
Siria es un país laico, en el sentido pleno del término. Había una convivencia entre cristianos y musulmanes. Se aceptaban, con sencillez. Por desgracia, los acontecimientos han cambiado. Al principio les apoyaban. Incluso ahora, las minorías neutrales les siguen apoyando. Vivimos a todas horas en el miedo y el temor. Antes de estos acontecimientos, vivíamos muy bien. Este era el único país donde los cristianos podían practicar su fe. Había una seguridad que no se daba en ningún otro país vecino. Las Iglesias se ayudaban. De hecho, las procesiones eran conjuntas, entre ortodoxos y católicos. Los cristianos eran cristianos, sin hacer distinciones de credos y ritos. Había realmente un acuerdo especial. Por desgracia, ya no. Dos tercios de los cristianos ya han abandonado el país, y ya no quedan muchos. Después de las amenazas y los asesinatos de Maaloula, los cristianos se dicen: «Nuestro turno llegará. Así que vamos a salvar a los niños». A pesar de los llamamientos de los patriarcas y del Papa, de quedarse allí, los que realmente se quedan son personas que no tienen los medios para huir y a las que se les niegan los visados.
¿Y qué hay de tu familia?
He intentado traer a mi mamá a Francia en dos ocasiones, pero el visado fue rechazado. Mis dos hermanos, así como otros parientes, vecinos y amigos, han intentado conseguir el visado, pero se les ha denegado. ¿Cómo ayudar a estos cristianos? Sienten que no los protegemos, se sienten abandonados y que no vamos a dejar que se vayan. Los que quedan están realmente en peligro.
¿Hay aún razones para la esperanza?
El Señor no nos abandonará. Hay hombres de buena voluntad que todavía siguen trabajando y trabajan por el retorno de la paz. Ellos siguen orando y dicen «nadie muere antes de su hora». Sin embargo, nuestro país se va a recuperar, se reconstruirá y se volverá aún más fuerte que antes. La solidaridad es más fuerte que antes. Nuestro compromiso con Cristo y nuestra fe será aún más fuerte que antes.
Por último, ¿quiere añadir algo o hacer un llamamiento?
Hago un llamamiento a los protagonistas, sobre todo franceses, porque Francia tiene una influencia muy poderosa sobre los demás. Así que llamo a estos protagonistas a repensar los derechos humanos y la dignidad del hombre. También quiero decir a todos mis compatriotas que hay personas que piensan en ellos y rezan por ellos. Por lo tanto, no se desesperen.