(VIS) Antes de la presentación el Presidente de Cor Unum ha anunciado que visitará nuevamente Haiti en el mes de marzo, para inaugurar una escuela financiada en nombre del Papa como signo de su cercanía a la población haitiana, que no se recupera del terremoto que en 2010 causó más de 220.000 muertos y afectó a tres millones de personas.
A continuación el cardenal ha explicado que el texto del mensaje del Papa para la Cuaresma de este año se centra en la pobreza y en la pobreza de Cristo en particular; un concepto muy apreciado por el Papa Francisco, que desde el inicio de su pontificado ha puesto de relieve esta dimensión de la vida cristiana. «Ciertamente -ha dicho- la visión cristiana de la pobreza no es la misma que rige el sentimiento común. Demasiado a menudo se considera la pobreza simplemente en su dimensión sociológica y se entiende como una falta de bienes. Por otra parte, se recurre a menudo al concepto de «Iglesia pobre para los pobres» como una forma de contestación a la Iglesia, oponiendo a una Iglesia de los pobres, una Iglesia buena...a una Iglesia de la predicación y de la verdad, dedicada a la oración y a la defensa de la doctrina y de la moral.»
«La primera referencia para que un cristiano entienda la pobreza es Cristo que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza... La elección de la pobreza por parte de Cristo nos dice que hay una dimensión positiva de la pobreza, que también resuena en el Evangelio , que proclama bienaventurados a los pobres. Es obvio que en esta dimensión de la pobreza hay un aspecto de despojo y renuncia. Pero es posible porque la verdadera riqueza de Jesús es su ser Hijo... «No pensemos en tranquilizar nuestras conciencias burguesas - quiere decir el Papa - denunciando la falta de bienes o la pobreza como un sistema... El mensaje de la Cuaresma que hoy presentamos hace una distinción importante entre la pobreza y la miseria. No es la pobreza, que es una actitud evangélica , sino la miseria la que queremos combatir. El Santo Padre en su discurso enumera tres tipos de miseria : la material , la moral y la espiritual. La primera afecta a cuantos viven en condiciones indignas de la persona humana».. Frente a esta miseria , la Iglesia ofrece su servicio, su diaconía, para salir al encuentro de las necesidades y sanar las heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. La miseria moral consiste en convertirse en esclavos del vicio y el pecado. Esta forma de miseria que es también causa de ruina económica, se relaciona siempre con la miseria espiritual que hace presa en nosotros cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor».
«Creo que esta visión muy amplia de la pobreza , de la miseria, y, en consecuencia de la ayuda que la Iglesia ofrece a los hombres, contribuya también a dar una visión mas completa de quien es el ser humano y cuales son sus necesidades, sin caer en una visión antropológica reductiva que pretende resolver los problemas de la persona sólo porque ha resuelto los problemas de su bienestar físico y material».
El presidente de Cor Unum, ha recordado a este propósito que en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Papa Francisco escribía que la opción preferencial por los pobres debería traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria. Es -ha afirmado- un concepto fundamental «para no transformar la Iglesia en una de esas ONGs de las que habló en su primera Misa como Papa los cardenales . ¡Ay de nosotros si nuestros mirada a los necesitados prescindiera de la miseria espiritual que a menudo se esconde en el corazón del hombre y lo hace sufrir profundamente , aunque posea bienes materiales!...
Pero si queremos comprender plenamente el mensaje del Papa «debemos declinarlo en su valencia antropológica. El hombre es por naturaleza hijo de Dios ¡Esta es su riqueza! La gran culpa de la cultura moderna es haber pensado en un hombre feliz sin Dios, negando lo más profundo de la persona, que es su vínculo existencial con un Padre que le da la vida ...Así como es un delito privar al pobre de la presencia de Dios, también lo es considerar al hombre y hacerle vivir como si Dios no existiera, y por lo tanto negar su ser criatura y, así, su profunda pertenencia, la filiación del hombre con Dios...Por eso, ayudar al desarrollo no debe traducirse en crear nuevas necesidades, sino en tomar en serio lo que es la persona».