(VIS/InfoCatólica) Ha intervenido el arzobispo Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización; arzobispo José Octavio Ruiz Arenas y monseñor Graham Bell, secretario y subsecretario del mismo dicasterio.
«Finaliza un año dedicado completamente a reavivar la fe de los creyentes, pero ahora continúa el deseo de mantener viva la enseñanza que estos meses hemos recibido -ha dicho monseñor Fisichella, recordando los más de 8 millones y medio de peregrinos que este año se han desplazado a la tumba de San Pedro para profesar su fe-. Asimismo ha destacado que «para la clausura del año hemos pensado en un conjunto de diferentes signos para demostrar la continuidad de la fe y el camino que tenemos que seguir para evitar que se vuelva algo obvio en la vida cotidiana».
El primer acto será la visita del Papa Francisco el próximo 21 de noviembre al Monasterio Camaldolese del Aventino donde se encontrará con la comunidad. Ese día, que coincide con el aniversario de la entrada al monasterio de Sor Nazarena Crotta, última reclusa que vivió dentro de esos muros, estará dedicado a quienes han elegido la vida de clausura como dedicación privilegiada a una vida de oración y contemplación.
Con el lema «preparados para pasar por la Puerta de la Fe», el sábado 23 de noviembre, tendrá lugar el segundo acto dedicado a los catecúmenos. El testimonio irá de la mano de 500 catecúmenos acompañados por sus catequistas, provenientes de 47 países diferentes de cinco continentes. El Papa recibirá a 35 de ellos en la entrada de la Basílica de San Pedro y les realizará las preguntas tradicionales del rito.
Por último, el Año de la Fe concluirá con una Santa Misa el domingo 24 de noviembre en la Plaza de San Pedro a las 10.30 horas y se caracterizará por tres señales que desean evidenciar el valor de este momento: la exposición de las reliquias de San Pedro, la entrega del Papa Francesco de su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium y un gesto de caridad a favor del pueblo de Filipinas. Durante la Eucaristía se realizará una colecta como contributo de los peregrinos del Año de la Fe a los afectados por las calamidades que padece el pueblo de Filipinas.
Monseñor Fisichella ha concluido destacando que «a menudo, acostumbrados como estamos a poner de relieve los factores de crisis, nos olvidamos de mirar también los muchos signos positivos de esperanza que están realmente presentes en la Iglesia. El Año de la fe nos ha permitido experimentarlo. Sostenidos por un testimonio tan impresionante, entusiasto y confiado, que se expresa principalmente en el silencio de la vida cotidiana, miramos hacia el futuro con más serenidad, gracias a la experiencia adquirida en este año, del que esperamos que sus efectos positivos se extiendan durante mucho tiempo».