(Agencias/Agustinosrecoletos.com/InfoCatólica) El Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Desastres de Filipinas elevó hoy a 185 el número de muertos en el terremoto de 7,2 grados de magnitud que sacudió la región de Visayas, en el centro del país, el pasado martes. En su último informe, el organismo apunta además que en total 487 personas resultaron heridas y otras 17 permanecen desaparecidas desde la mañana en que se produjo el seísmo.
La Isla de Bohol, donde se localizó el epicentro del terremoto, es la que más muertes registra con 162, mientras que otras 12 personas murieron en Cebú y otra en Siquijor. Más de 3,4 millones de personas de siete ciudades en tres provincias distintas se han visto afectadas por el movimiento telúrico, el más intenso que ha vivido Filipinas en los últimos 20 años. De estas, unas 108.917 han tenido que refugiarse en unos 90 centros de acogida para evacuados que se han instalado en la zona.
El terremoto ha destruido más de 34.000 casas y causado daños en infraestructuras de la zona, con 24 puentes hundidos y 13 carreteras cortadas en Bohol que dificultan las tareas de los equipos de rescate. Un total de 17 iglesias históricas resultaron dañadas, entre ellas la Basílica Menor del Santo Niño, en Cebú, considerada como el monumento más antiguo de la Iglesia católica apostólica romana del país y que data del siglo XVI.
El instituto filipino de sismología (Phivolcs) ha registrado 1.846 réplicas desde el terremoto del pasado martes. Filipinas se asienta sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida por unos 7.000 temblores al año, la mayoría moderados.
El día 15 de octubre, a las 8,12 horas de la mañana, se hizo sentir en la zona central de Filipinas un fortísimo terremoto que alcanzó los 7.2 grados en la escala Richter. El epicentro se ubicó a 33 kilómetros por debajo de la población de Carmen, en plena zona turística de las Chocolate Hills, en el centro de la isla de Bohol. Las víctimas superan el centenar y los efectos han sido devastadores tanto en infraestructuras como en edificios y bienes. Se calcula en 400.000 las familias afectadas sólo en la isla de Bohol.
Los Agustinos Recoletos
Desde el primer momento, la Orden de Agustinos Recoletos ha sentido la desgracia como propia. El prior general, Miguel Miró, se ha dirigido al superior provincial de Filipinas manifestándole su solidaridad y poniendo a su disposición los recursos de la Orden. El mismo provincial de Filipinas, Lauro Lárlar, ha convocado a todas sus comunidades, fieles y personas afines a rezar por las víctimas y aportar su colaboración en ayuda de los damnificados; y ha encomendado a la Comisión de Asuntos Sociales y Ecológicos la organización de los auxilios.
Tras unas primeras horas de alarma y confusión, la Sociedad Nacional para la Conservación del Patrimonio de Filipinas (HCS) publicaba una nota en la que especificaba los lugares que más habían sufrido: «El terremoto –decía ha destruido hitos importantes de nuestro patrimonio tanto en Bohol como en Cebú, y ha destruido totalmente o dañado gravemente las iglesias de Baclayón, Dauis, Dimiao, Loay, Loboc, Loón y Maribojoc, en Bohol, todas ellas catalogados como Tesoros Culturales o Hitos Históricos de la Nación».
Es de destacar que todas las iglesias mencionadas en la nota de la HCS fueron construidas o completadas por los agustinos recoletos, cuya historia conoció en esta isla de Bohol una época dorada que va de 1768 a 1885, alargándose incluso hasta 1936. Se entiende así que los representantes de los agustinos recoletos, en sus varios comunicados, hayan puesto de manifiesto su conciencia de que «la gente y los lugares afectados por esta calamidad están muy próximos al corazón de los recoletos del pasado y del presente».
Con razón han sido incluidos estos templos en las listas de los tesoros culturales de Filipinas. Todos ellos son edificios amplios e imponentes, hechos de piedra coral; iglesias fortaleza, con campanarios exentos igualmente fortificados que servían de atalayas para vigilar los mares, atentos a las incursiones de los piratas musulmanes.
El mejor ejemplo de ello era la iglesia de Loón, considerada «la obra cumbre de la arquitectura recoleta». Situada en lo alto de un promontorio, formaba parte de todo un complejo defensivo del que sólo nos han llegado los 212 escalones de piedra de siete metros de ancho. Lo mismo que los otros templos y obras del pasado, es fruto de la colaboración entusiasta de toda la población, dirigida por su párroco, fray José García, que pudo realizar su proyecto en tan sólo siete años (1855-1862). Lo que era una espléndida arquitectura de 67 x 28 x 11 metros, con una fachada de gran elegancia, dos campanarios, bóvedas bellamente decoradas, varios retablos y el órgano de tubos más grande de la isla, no es ahora más que un montón de piedras.
En Baclayón el terremoto no ha sido tan demoledor. La que, por haber sido construida en 1727, se considera iglesia más antigua de la isla, sigue en pie. Pero sí se han derrumbado los principales elementos añadidos por los recoletos en el último tercio del siglo XIX: el pórtico y la torre. Otro tanto ocurre con la iglesia de Lóboc, en la que también se han derrumbado la torre y el pórtico recoletos. E, igual que Loón, son un montón de ruinas lo que eran airosos templos de Dauis (1879), Dimiao (1800), Loay (1838) y Maribojoc (1852), todos ellos en la costa sudoccidental de la isla. Y habría que añadir que, junto con las iglesias, han sufrido también desperfectos o han quedado arruinadas muchas obras civiles carreteras, puentes, cementerios, ayuntamientos… con que los agustinos recoletos de antaño dotaron todas estas poblaciones.