(Fides/InfoCatólica) Además, en el caso sirio, según el Patriarca caldeo, las cosas son aún más complicadas por la dificultad de comprender la dinámica real de la guerra civil que desgarra esa nación desde hace años: «La oposición a Assad», señala Sako «está dividida, los diversos grupos luchan entre sí, hay una proliferación de milicias yihadistas... ¿Qué va a pasar con ese país después?».
Para el patriarca las fórmulas utilizadas por los países occidentales para justificar cualquier intervención le parecen instrumentales y confusas: «Todos hablan de democracia y libertad, pero para llegar a esos objetivos hay que pasar por procesos históricos y no se puede pensar en imponerlos de forma mecánica o mucho menos con la fuerza. La única vía, en Siria, como en todas partes, es la búsqueda de soluciones políticas. Empujar a los combatientes a pactar, imaginar un gobierno provisional que incluya tanto a los del régimen como a las fuerzas de la oposición. Escuchar lo que realmente quiere el pueblo sirio en su mayoría».
El Patriarca caldeo muestra también cautela sobre la intención de justificar la intervención como una represalia inevitable ante el uso de armas químicas por parte del ejército de Assad: «Los occidentales», dice SB Sako «también justificaron la intervención contra Saddam con la acusación de que el Rais de Iraq tenía armas de destrucción masiva. Pero esas armas no se encontraron nunca».