(El País/InfoCatólica) Una vez en Brasil, han notado la diferencia y han gozado de la libertad que aquí existe para creer o no creer o para creer cada uno en el Dios que más le guste. «Aquí nadie me pregunta lo que soy y pienso, ni en qué creo. Aquí las personas son receptivas» dijo un joven de Paquistán al diario O Globo.
En una entrevista en la web de ACNUR en Brasil, un joven católico de Sierra Leona contó: «A mi padre lo mataron por ser cristiano y siempre advertí a mi madre que lo mismo podría ocurrir con toda nuestra familia». Una vez en Brasil quiere quedarse como refugiado y sueña con poder traerse un día al resto de la familia.
Sin embargo, el hecho de que esos jóvenes están pidiendo refugio a Brasil por motivos religiosos más que políticos, aunque a veces se crucen ambos temas, suponen un reto para la diplomacia y la justicia brasileña que no reconoce la situación de refugiado por motivos religiosos, ha comentado Andrés Ramírez, representante de ACNUR en Brasil.
A los refugiados, generalmente por motivos políticos llegados de lugares en conflicto bélico y perseguidos, Brasil les concede documento de identidad, trabajo y libertad de movimientos dentro del país. En este momento existen en el país sudamericano, 4.200 refugiados de 70 naciones casi todos por motivos políticos.
En fuentes religiosas de Río de Janeiro, consultadas por este diario, se alberga la esperanza de que el propio papa Francisco intervenga ante el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff para que pueda otorgar categoría de refugiados a esos jóvenes de países donde el cristianismo es duramente perseguido y los fieles practicantes corren peligro de vida.