Espera que «el término ‘paz’ no sea devaluado ni manipulado»

Mons. Munilla: La negación de la vida eterna ha derivado en una falta de esperanza hacia la vida presente

Monseñor José Ignacio Munilla ha celebrado hoy la Misa del día de la Asunción en la Basílica de Santa María, en el contexto de Semana Grande de San Sebastián. Durante su homilía, el prelado se ha centrado «de una forma especial en una de las enseñanzas principales que nos sugiere esta fiesta de la Asunción de la Virgen María a los Cielos». «La Asunción de María a los Cielos nos recuerda cuál es nuestro destino, cuál es la meta a la que estamos llamados.»

(InfoCatólica) Monseñor Munilla ha resaltado que «desde postulados materialistas y racionalistas se ha negado la existencia de la vida después de la muerte. Pero paradójicamente, de esta negación no se ha derivado una existencia más humana y feliz, como cabría esperar de quien propugna aquello de ‘comamos y bebamos, que mañana moriremos’…»

«Y es que el hombre está hecho para la transcendencia», ha proseguido. Ha recordado su homilía en la última fiesta de San Ignacio de Loyola en la que señaló «tres de los efectos generados en nuestra cultura, por motivo de un planteamiento intranscendente de la existencia». Estos eran el materialismo, la frivolidad y la idolatría política.

Respecto al materialismo, ha señalado que «sólo quien consigue librarse de la idolatría del materialismo podrá percatarse de que el ser humano es un ser espiritual. En efecto, ¿cómo justificamos que el hombre está por encima de la materia, cómo entender su originalidad, si solo es materia?, ¿qué explicación dar a la insatisfacción e infelicidad en la que quedamos atrapados?»

En relación a la frivolidad, ha dicho que «se llegan a sustituir las grandes preguntas del hombre –‘¿de dónde venimos y adónde vamos?’, ‘¿qué sentido tiene esta vida?’– por las preguntas más triviales que nos podamos imaginar: ‘¿qué plan tienes para esta noche?’, ‘¿te has comprado ya la última versión del iphone?’ , etc.». Y ha señalado que «la frivolidad no suele empeñarse en la negación de la existencia de Dios, sino que simplemente se reduce a la indiferencia». Aliados de la frivolidad son «el pansexualismo, el hipererotismo y en definitiva, el culto al cuerpo».

En cuanto a la idolatría política, ha explicado que «consiste en sustituir la aspiración a la vida eterna –es decir, a la vida en plenitud–, por la adscripción orgullosa a un pueblo, a una raza, a una utopía política, etc. Su formulación suele formularse en oposición a ‘los otros’, a los que no son ‘de los nuestros’. La fraternidad universal es anulada en la práctica, en favor de una autoestima forjada en clara contraposición a los oponentes. En definitiva, se termina por sustituir el amor a la patria celestial, a la cual estamos llamados todos, por una especie de adoración por lo terreno, particular y caduco».

Frente a este análisis, ha afirmado que no hay que entender que el cristiano ha de evadirse de la vida presente ni desentenderse de la vida pública, sino que «la Iglesia invita a sus fieles a que inspirados por los principios de la doctrina social católica, y desde una legítima pluralidad en su sensibilidad política, participen en la vida pública. Ahora bien, se trata de una vocación propia de los laicos; mientras que lo específico del Magisterio de la Iglesia es contribuir al bien público desde la iluminación de los de valores morales».

Aquí se ha referido al hecho de que la ciudad de San Sebastián haya sido elegida «como sede de diversas conferencias e iniciativas internacionales por la paz». Espera que «el término ‘paz’ no sea devaluado ni manipulado» y para ello ha expresado tres reflexiones:

-El diálogo sobre la paz solo tiene sentido en el supuesto de que se inicie y se concluya con una condena explícita al terrorismo, así como a todo tipo de violencia.

-La existencia de diversos tipos de víctimas y de violencias, no debe ser utilizada como una maniobra de distracción, que le libere a cada uno de su obligación moral de arrepentimiento y de petición de perdón hacia las víctimas que él ha generado, o de las que ha sido cómplice.

-Los foros de diálogo por la paz que excluyen a las víctimas del terrorismo, o que simplemente no son capaces de recabar su apoyo, carecen de la necesaria autoridad moral.

Finalmente ha encomendado a la Virgen de la Asunción «las alegrías y los sufrimientos de todos los donostiarras» y ha terminado con la siguiente oración:

«Santa María, ayúdanos a elevar nuestro corazón al Cielo, nuestra patria definitiva, adonde tú ya has sido asunta en cuerpo y alma. Que todos y cada uno de los aquí presentes completemos nuestra peregrinación, la peregrinación hacia la vida eterna. Amén.»

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4 comentarios

Pepito
Monseñor Munilla ha abierto un amplio e interesante campo de reflexión al mencionar "la idolatría política", en la que todos de diversas formas podemos caer, al igual que en el materialismo y la frivolidad.

La política es buena y necesaria, pero se pervierte, convirtiéndose en un ídolo, cuando no se ordena a su vez a la consecución de la vida eterna, y tiene como único fin la obtención de la mera felicidad terrena.

Con una política miope e idolátrica, nos quedamos al final sin felicidad terrena ni eterna.
15/08/13 2:09 PM
rastri
«sólo quien consigue librarse de la idolatría del materialismo podrá percatarse de que el ser humano es un ser espiritual.
___________________

-Muy buena la expresión de monseñor Munilla; Mas difícil de entender y menos de asimilar por el hombre en sus políticas de gobierno. Pues dado el apego en que hombre sigue demostrando respecto a sus conquistas, éste desde siempre, ha basado la continuidad de su existencia temporal, en el poder de su capacidad de producción material; ya sean estas Casas de Oración o fábricas de matar.

-Dice bien monseñor Munilla que la iglesia de Cristo no debe caer en la tentación de definir la esperanza de su divino ideal en "esa utópica frivolidad política material, hoy día tenida como "la calidad de vida continuada".

-Sino que debe definirse en la culminación de esa vida futura, que en fiel promesa de Cristo, nos llegará al final de nuestro tiempo; Sea: después de la resurrección de los muertos. Cuando liberados de toda esta nuestra carga material seamos libres como ángeles.
15/08/13 5:45 PM
José Ramón
Muy bien, Mons. José Ignacio. Inspirado y acertado en contenido y formulaciones. Agradezco a Dios el carisma que le concede y que es muy propio para su función de Pastor. Pido a Dios que el corazón de sus ovejas y de otros muchos fieles de la Iglesia se convierta o reafirme (según sus necesidades cristianas) en esas ideas que son fundamento necesario de la paz necesaria.
15/08/13 10:54 PM
Fidel
Pensando en tantísimos funerales en que en la homilia se "canoniza" al difunto sea cual haya sido su vida anterior. "Canonización automática" para alcanzarla no hace falta más que morirse, me pregunto y les pregunto:¿Y la exclusión de la faceta realísima de Dios como reumnerador, es decir, que premia a los buenos -en la otra vida porque con frecuencia aquí lo pasan fatal- y castiga a los malos -también en la otra vida porque con frecuencia aquí triunfan- ¿no es un importante factor de desmoralización y desmotivación para el hombre de hoy? ¿No puede ser incluso un factor de desequilibrio psicológico? Pregunto a quien quiera responder y gracias anticipadas.
16/08/13 2:39 AM

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