(EFE/InfoCatólica) Situado en el sur de la ciudad, este peculiar zoo es una reserva verde que contrasta con los barrios residenciales de edificios de piedra característicos de Jerusalén. Sus responsables defienden un proyecto que casa muy bien con la labor que desarrollan numerosos parques zoológicos en todo el mundo, preservar especies amenazadas por la mano del hombre o fenómenos de la naturaleza.
«La idea del Arca de Noé ha sido adoptada por muchos zoos en el mundo porque consideramos el zoológico moderno como un lugar donde salvamos a los animales de desastres ecológicos del mismo modo que Noé salvó a los animales del primero de ellos, del diluvio», subrayó la portavoz del Zoo Bíblico de Jerusalén, Sigalit Hertz.
Uno de los «buques insignia» del parque es un centro de visitantes construido en madera con forma de Arca de Noé, que alberga a lo largo del año diferentes exhibiciones y se ha convertido en un punto de especial interés para los más pequeños. Todo el complejo acoge a más de un millar de mamíferos, pájaros, reptiles y anfibios, que representan a más de 140 especies diferentes y se distribuyen en dos áreas principales.
La primera abarca a los animales mencionados en el Pentateuco, en su mayoría extinguidos en la actualidad de la fauna israelí. «Este parque se llama Zoo Bíblico porque tiene la colección más grande de animales mencionados en la Biblia, como por ejemplo, el león asiático, que vivió aquí hasta el tiempo de las Cruzadas, o el oso marrón sirio, presente hasta el comienzo del siglo XX», subraya la portavoz. Cerca de 30 especies de animales citados en la Biblia se encuentran en peligro de extinción en su hábitat natural y uno de los principales proyectos de los biólogos es su crianza en cautividad para posteriormente reintroducirlos en su entorno, como es el caso de algunos ciervos y buitres.
La segunda colección comprende aquellas especies de animales clasificadas como raras o en peligro de extinción, entre las que se cuenta un crustáceo ciego de color blanco o traslúcido, encontrado junto a otras especies inéditas en una cueva descubierta en 2006 de forma fortuita en la Galilea (norte de Israel). Los responsables del zoo de Jerusalén ha traído el agua de la caverna originaria, y llevan a cabo un programa para preservar la especie en cautividad en receptáculos oscuros. Y es que la particularidad de estos animales es que viven de energía que procede del agua sulfúrica y su supervivencia no se basa en la fotosíntesis, debido a la ausencia total de luz que había en su ecosistema originario.
El zoológico participa en más de quince proyectos de cría de especies raras o extinguibles, que intenta devolver a sus ecosistemas característicos, además de animales amenazados de otra áreas geográficas del mundo. Pese a ser un país pequeño, de poco más de 20. 000 kilómetros cuadrados, Israel cuenta con diferentes ecosistemas, climas, y zonas geológicas que acogen una gran diversidad de fauna y flora.
«Israel tenía una fauna rica y abundante, porque está situada en una zona donde confluyen tres continentes: África, Asia y Europa», explica Hertz, antes de señalar que el desarrollo masivo que se produjo en el siglo XX provocó la desaparición de muchas especies. Por ello, la labor de preservación en el siglo XXI se ha tornado en una «misión divina» para los responsables de este zoo que luchan contra la implacable urbanización del ser humano. En medio de un entorno verde y con muchos espacios abiertos, los animales de este parque zoológico son uno de los principales reclamos de Israel, convirtiéndolo en la primera atracción turística pagada con 750.000 visitas al año, en un país de más de 7 millones de personas.