(Anna Sartea / Avvenire) Obviamente, eran numerosísimos los brasileños y los argentinos (800), pero también se hicieron notar representantes de otros continentes: desde Oceanía hasta Europa y desde África hasta Asia. El clima era colorido y familiar. Mons. Javier Echevarría, segundo sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei, pasó con los jóvenes, que en sus respectivos países acuden a los medios de formación espiritual que ofrece la prelatura, cerca de dos horas, improvisando y respondiendo a las preguntas que le hacían personas del auditorio.
El hilo conductor fue la invitación a seguir haciendo diariamente lo que el papa Francisco pidió el día de su elección a la Sede Pontificia: rezar por su persona y por sus intenciones. Además a Mons. Echevarría se le preguntó sobre el valor de la amistad, la importancia de la confesión, el sentido del pudor y, especialmente, acerca del cúando y del cómo descubrir la propia vocación.
La pregunta sobre el Sacramento de la Reconciliación fue formulada por una joven de 17 años que había llegado a Rio procedente de Wellington, la capital de Nueva Zelanda, y que es la primogénita de una familia con nueve hijos. “La confesión es como una medicina —explicó el prelado—: cuando tienes dolor de cabeza tomas una aspirina para que se pase, aunque sepas que puede volver dentro de tres días. Algo análogo sucede con la Confesión: siempre vale la pena acudir a este Sacramento”.