(J. Beltrán/La Razón) Como sólo se esperaban 40.000 peregrinos, se habilitaron pantallas en el exterior para la convocatoria hecha por Kiko Argüello como broche final de la Jornada Mundial de la Juventud. Tras hacer un repaso por las tentaciones que impiden a las nuevas generaciones dar sentido a su existencia, explicó que «vivir para ti mismo es horrible porque no puedes darte. Los cristianos por el bautismo tenemos dentro vida eterna y podemos amar en esta dimensión». A continuación preguntó a los presentes: «¿Es ahora Cristo uno en ti? Por eso el cristiano es llamado a la conversión todos los días».
Además, Argüello subrayó el papel de los laicos a partir del Vaticano II y agradeció al Papa Francisco su deseo de «volver al Concilio y confíar en una nueva renovación de la Iglesia».
Cuando el iniciador del Camino Neocatecumenal invitó a aquellos que se sentían llamados a responder al Señor, se pusieron en pie unos 3.000 jóvenes dispuestos a entrar en el seminario y unas 2.500 chicas con vocación a la vida consagrada y a la evangelización. Una de las máximas preocupaciones de Kiko Argüello es la situación que vive el continente asiático, especialmente China, donde se precisan más de 20.000 sacerdotes para responder a las necesidades de los católicos del continente. De ahí que muchos de estos jóvenes sean destinados a esta región.
Mons. Orani Tempesta, arzobispo de Río, presidió el encuentro y recordó que Jesús necesita de «personas que sean testigos que donen sus vidas, que no tengan miedo de nadar contracorriente y ser revolucionarios». Le acompañaron los cardenales Scherer, Dziwisz, Pell, O'Malley, Nycz y Schönborn. Del episcopado español tomaron parte los obispos Manuel Ureña, José Ignacio Munilla, Mario Iceta, Juan Antonio Reig Pla y José Rico Pavés.