(Daniel Rojas Delgado /InfoCatólica) Desde hace meses, las 267 diócesis brasileñas comenzaron a prepararse para vivir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se desarrollará del 23 al 28 de julio en la ciudad de Río de Janeiro. En cada una de éstas, durante la llamada Semana Misionera, es decir los días previos, ofrecen a los peregrinos actividades religiosas, culturales y de acción social. La finalidad es facilitar el ingreso de los jóvenes al país de acogida y preparar el corazón rumbo a la Jornada, que contará con la presencia del Papa Francisco.
A menos de una hora de la archidiócesis de Río de Janeiro, la diócesis de Niterói, en la Semana Misionera –que anteriormente se denominaba prejornada o días en las diócesis–, ya recibió a 5000 peregrinos de diferentes nacionalidades. En el municipio de São Gonçalo, más precisamente en casas de familia de la comunidad parroquial de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San José Obrero, se encuentra alojado un contingente de alrededor de 60 argentinos. Allí, las temperaturas máximas rozan los 30 grados.
Entre la variedad de propuestas que preparó la comunidad de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se encuentran las charlas espirituales, un recorrido por la historia de la Iglesia en Brasil, la adoración eucarística, obras de teatro, el rezo del rosario –intercalando un misterio en portugués y otro en español– y danzas, que atraviesan constantemente las actividades diarias. A su vez, tampoco dejaron afuera ningún detalle: incluso festejaron con una gran torta, regalos y golosinas un cumpleaños por partida triple, el miércoles pasado.
El encuentro entre ambas culturas al principio fue algo dificultoso debido al idioma. Sin embargo, con el correr de las horas y al estrecharse los vínculos, las barreras fueron desapareciendo: entonces comenzó un intercambio más fluído. En una carpa montada frente a la parroquia, sede del espacio cultural, interpretaron bailes típicos como el forró y el capoeira, y cantaron un sinfín de veces «Esperanza del amanecer», el himno oficial de la JMJRio2013, Tampoco faltaron algunos de los platos y bebidas que hacen conocido al Brasil: feijão, feijoada, jugos de cajú y guaraná, y postres abundantes en azúcares y coco.
La elaboración de un tapete de sal es una tradición brasileña que se hace la víspera de Corpus Christi. Consiste en diseñar alfombras rectangulares con figuras y mensajes religiosos, para que luego pase por allí la procesión con la Eucaristía. El municipio de São Gonçalo obtuvo este año el premio al mayor tapete de sal de América Latina, de casi 2 kilómetros. En la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, confeccionar una alfombra con motivos que identifiquen a los misioneros fue otra de las actividades propuestas.
Aparte del recorrido en barco para conocer la bahía de Guanabara y de compartir con los demás peregrinos que llegaron a la ciudad un recital frente al Shopping São Gonçalo, con actuaciones de la Escola de Samba Porto de Pedra y de la banda Adorasamba, el viernes realizaron actividades apostólicas. Algunos de los peregrinos fueron al encuentro de los pescadores, que se alegraron mucho con esta inusual visita; otros, a un orfanato; un tercer grupo, a conocer cómo es el proceso de separación y reciclado de los residuos; el último, al Hospital Estatal Tavares Macedo, donde se atienden 300 personas.
El padre Antonio, uno de los tres sacerdotes que vive en el leprosario, les recordó a los presentes que fue tras el contacto con los leprosos que san Francisco de Asís se convirtió. A su vez, pese a la gravedad de la historia de vida de gran parte de los leprosos, fueron ellos quienes les dedicaron, sonrientes y serenos, varias canciones a los peregrinos; todo el tiempo irradiaron alegría, tan característica del pueblo brasileño.