(ACI/InfoCatólica) Una es la recuperación de la vista de una niña en Irlanda y la curación total de un niño de un año enfermo de leucemia en España.
Lolo es el primer periodista beatificado. La ceremonia se realizó en su ciudad natal, Linares, el 12 de junio del año 2010. Su preocupación por los medios de comunicación y por quienes trabajan en ellos le llevó a crear los grupos de oración ‘Sinaí’, que comenzaron en 1958.
Cada grupo de ‘Sinaí, grupos de oración por la prensa’ está formado por un convento de clausura y doce enfermos a los que se les encomienda rezar y ofrecer sus dolores por un determinado medio de comunicación. Actualmente cuenta con cientos de personas alrededor del mundo.
En el mensaje de Benedicto XVI que se leyó el día de la beatificación, se destacó «el bien que se puede hacer cuando una pluma refleja la grandeza del alma y se pone al servicio de la verdad y las causas nobles».
El reconocimiento del trabajo de Lolo en los medios de comunicación fue evidente también antes de su muerte ya que la Conferencia Episcopal española le concedió el Premio Bravo, en su primera edición en 1971, por su trabajo en los medios de comunicación.
Higueras Álamo asegura que Lolo fue un «profeta del Concilio Vaticano II. Y se demuestra en los artículos que el Beato escribió durante esos años». Higueras destaca uno de los textos de Lolo titulado «El bautismo un Sacramento con chaqueta», en el que explicaba «el sacerdocio común de los fieles, que después fue tan importante en las conclusiones del Concilio por el que el bautizado tiene un papel activo y principal en la Iglesia».
El sacerdote dijo que comenzó a trabajar en la causa de beatificación de este periodista «no sólo porque era mi amigo, sino porque creo que hacen falta seglares santos para el mundo de hoy, y Lolo lo fue».
Entre las obras que destacan del Beato está la oración por los periodistas, que es la siguiente:
Oración por los periodistas
Señor:
Pon en la frente de todos los que escriben, una proa que enfile el buen puerto que eres, y asegura a su nave un paisaje completo de obreros y operarios, estudiantes y madres, profesores y chicas.
Que a su vez, en el trato y al margen del oficio sean semilla noble de ejemplo y de ternura.
Que también acaricien mirando a los semáforos o en el coche o en el metro.
Que su poso de ciencia tenga el espejo al fondo de tu sabiduría.
Que cuando las masas griten y suenen puñetazos en las cafeterías, él hable con un vaso en la palma y el agua esté serena como la faz de un lago.
Si un milagro hace falta sea en los teclados, se les vaya pintando la imagen de su hijo o la de los amigos.
Que si de pronto se hace en el mundo un silencio porque hacen falta normas, su corazón sea bravo para decir la palabra; que sea clara y rotunda y, sobre todo, justa.
Le negarás el sueño, como también la sal y el pan de cada día, si sólo él puede hablar y calla por cobarde.
Tendrá que poner «robo» o «compasión», o «hambre», y lo dirá sin tentarle la bolsa o el ascenso, el susto o la amenaza.
Que de sus labios broten consejos como fuente de pueblo, que mana día y noche.
Si alguna ración doble hay que dar de optimismo, de amor y de esperanza, escánciala sobre ellos. Mensajeros de fe y de alegría.
Que escriban de rodillas cuando un hogar naufraga.
Que no los tiente la prensa de colores –»negra», «amarilla», «rosa»-.
Un periodismo al sol, claro y limpio como tu luz dorada, sea tu guía.
Y, por último, tantas gracias ocultas de quejas aceptadas y rodillas que sangran, a ver si ellos, a ver si en ellos pueden que estén siempre en la brecha del sudor y el esfuerzo para que un hombre vaya por la acera o aprisa y se dé con tu rostro, que le sonríe entre líneas.
Más información sobre esta causa en http://www.amigosdelolo.com/