(Javier Lozano/Libertad Digital) Los asesinos en serie, y más si las víctimas son niños, son un filón para los medios de comunicación, que se vuelcan en la cobertura de estos hechos. Al morbo por conocer los motivos del asesino se unen las características de las víctimas. Hay casos muy sonados de asesinos en serie que han tenido gran repercusión en los medios de comunicación de Estados Unidos, como los de Jeffrey Dammer, que asesinó a 17 niños y hombres en Milwaukee y Chicago entre las décadas de los 70 y los 90 o el de John W. Gacy, que violó y asesinó a 33 niños y hombres durante los 70 también en Chicago. Todos ellos tuvieron una cobertura mediática extraordinaria.
Sin embargo, en estos momentos se está produciendo el juicio contra el asesino de cien niños ya nacidos ante el silencio absoluto de los principales medios de comunicación. ¿Cuál es el motivo para este silencio?
El caso se remonta a 2011 cuando el doctor Kermit Gosnell fue arrestado en Filadelfia acusado en principio del asesinato de siete recién nacidos y de una joven madre. Pero las pruebas van más allá y las víctimas pueden superar el centenar de asesinados ya nacidos y cuyos restos se han encontrado esparcidos por varios puntos de la clínica como si fuera una carnicería.
Un auténtico asesino en serie que, sin embargo, no es conocido por la mayoría de los norteamericanos puesto que no ha llegado a ellos ni a través de las pantallas de sus televisiones y ni en el papel de sus periódicos. Básicamente, no se ha informado sobre el asunto.
Por ello, varios medios y algunos políticos provida están denunciando este silencio mediático y están dando a conocer los detalles del juicio y los testimonios que ratifican el asesinato de hasta cien personas.
Según el sumario, la Policía halló en la clínica numerosos restos de bebés. Pies de niños cortados y cuerpos enteros guardados en cajas y congeladores en el sótano. Además, las médulas espinales habían sido cortadas. Una auténtica carnicería.
El juicio comenzó sobre el asesinato de siete niños una vez nacidos y de una madre que una vez abortó. Sin embargo, el testimonio de los testigos, entre los que se encuentran trabajadores, hablan de un total de cien niños asesinados fuera del útero durante unos 30 años. Es decir, cifras que le colocarían como uno de los asesinos en serie más sanguinarios de Estados Unidos.
El silencio es tal por parte de grandes medios como NBC, CBS o CNN e incluso de las agencias de noticias, que los televidentes han escrito a dichos medios pidiendo explicaciones de por qué se ha dado «cero cobertura» al juicio contra Gosnell.
En este sentido, Associated Press, no ha aplicado la palabra «aborto» a los temas relacionados con Kermit Gosnell por lo que cualquier usuario que busque en la web este término no hallará nada del acusado de matar a cien niños.
Terribles testimonios de algunas mujeres
Por todo ello, los terribles testimonios que se están escuchando en el juicio tampoco están teniendo trascendencia. De hecho, la Oficina del Fiscal del Distrito de Filadelfia afirma que «nacieron bebés viables y Gosnell los mató tras clavarles las tijeras en sus médulas espinales. Él enseñó a su personal para que hicieran lo mismo».
Mientras tanto, acumulaba partes y cuerpos enteros en el interior de la clínica. En las declaraciones también se pudo escuchar esto: «los muebles y las mantas estaban manchados de sangre. Los instrumentos no habían sido esterilizados correctamente. Los suministros médicos desechables no fueron eliminados sino que se reutilizaron una y otra vez».
Además, añadían que «la salida de emergencia estaba cerrada con candado y esparcidos por todas partes, en los armarios, en el sótano, en un congelador, en frascos y bolsas y recipientes de plástico estaban los restos fetales. Era un osario de bebés».
También aparecen los testimonios de algunas madres forzadas a abortar y maltratadas por Gosnell. Robyn Reid no quería abortar cuando se quedó embarazada con quince años. Su abuela la llevó a la fuerza y la joven pensaba que, tras explicar al doctor que quería continuar el embarazo, éste le escucharía. Pero la respuesta del Gosnell fue otra: «¡no tengo tiempo para esto!». A continuación le quitó la ropa y forcejeó con ella hasta que consiguió atarla a una camilla sucia mientras la sedaban hasta perder el conocimiento.
Algo similar le ocurrió a Davida Johnson en 2001 cuando acudió a la clínica del acusado a abortar, embarazada ya de seis meses. Pero cambió de idea tras observar a otras pacientes de Gosnell, aturdidas y ensangrentadas en la sala de recuperación. Sin embargo, en la sala de tratamiento el personal del médico hizo caso omiso a su negativa,fue agredida e igualmente sedada. Al despertar ya no estaba embarazada.
Como estos testimonios hay muchos más, igual o incluso más duros, pero que no han podido llegar a la gran opinión pública por el apagón informativo en este asunto, lo que se diferencia de las noticias más que anecdóticas y superfluas que se dan cuando se producen crímenes llamativos en los que hay varios muertos.