(Iglesia actualidad/InfoCatolica) Como se ha hecho en Elche desde el siglo XIV, las familias Carbonell y Serrano han vuelto a confeccionar a mano el trenzado de los ejemplares en un año en el que se han usado palmas rizadas.
Las palmas enviadas a distintas personalidades tienen el denominador común de representar motivos ilicitanos, como el palmeral (reconocido como Patrimonio por la UNESCO) o la figura de la patrona de la ciudad, la Virgen de la Asunción, y en el caso de la del Papa Francisco tiene el añadido de una gran cruz con el Cristo crucificado en la cúspide.
La alcaldesa ha destacado la labor realizada por los talleres de confección y ha asegurado que se superan «cada año».
Todas las palmas lleva el distintivo de Elche, una etiqueta que acredita el certificado de autenticidad de las que han sido elaboradas provenientes de palmeras ilicitanas, y de las que este año habrá unas 100.000, el doble que en 2012.
Las palmas implican un trabajo de hasta dos días por pieza, pero el proceso empieza mucho antes.
Los palmereros seleccionan las palmeras, que deben ser machos pues las hembras son las que producen dátiles, y encierran las hojas dentro de un capuchón negro de plástico en forma de cucurucho para protegerlas de la luz solar, lo que permite que los nuevos cogollos sean blancos.
En octubre comienza la poda y, tras recuperar la palma blanca, ésta se lava con cloro y se conserva en cámaras frigoríficas especiales con una solución de agua y azufre para mantener la frescura y el color hasta la celebración de la Semana Santa.